LA DISTORSIÓN COMO REGLA; EL CAOS COMO DESTINO

La semana pasada,  con la solemnidad de los frases hechas y la falsedad inherente a la mercadotecnia política, Margarita Zavala –durante su registro como candidata “independiente” en el INE–, les dijo a sus amigos, afines y simpatizantes (contratados o no, es lo de menos), “hoy nace un movimiento de mexicanos libres”.

–¿Libres de qué?, preguntaría cualquiera. Y después, podría cavilar: ¿de veras es esta la doncella de Orleans de nuestra historia actual? No lo dudo, lo niego.

Uno entendería esta invocación libertaria si viviéramos en una nación sometida al autoritarismo de un dictador, si estuviéramos en Corea del Norte o en Filipinas. No hacen falta más ejemplos.

Pero en México hablar de libertad es una asunto innecesario. No puede invocar esa condición una mujer, seis de cuyos años de vida se han pasado en la Casa Presidencial y aun  ahora disfruta las mieles de la seguridad pagada por el gobierno y una condición  social de privilegio y excepción, nada más por el último empleo de su marido, el ex presidente de la República, Felipe Calderón.

Pero el asunto nacional es sencillo: este país se ha convertido en una arena de combate entre gladiadores de la palabra, la distorsión y la mentira.

Ricardo Anaya, el turbulento presidente del Partido Acción Nacional  cuyas estrategias se han  vuelto ahora en contra de él, peligrosamente, con riesgo de hacerle perder todo lo avanzado, con frente o sin  él, por ejemplo, se harta de decir cómo quiere combatir al México de la corrupción y el autoritarismo mientras es señalado de ambos pecados. Por un  lado sus haberes queretanos, malamente explicados y por el otro su vena dictatorial dentro del partido de cual se le salen algunos y se le rebelan otros.

Anaya, y valga la digresión, está abriendo tantos frentes de lucha como para no tener suficientes armas ni tiempo para combatirlos todos. Con uno de esos fuera de control –por ejemplo el, litigio contra “El Universal”–, la batalla estará perdida. El frente, feble, indefinido, estrecho, oportunista y poco viable, no garantiza nada sino su rumbo al precipicio.

Cuando los panistas y hasta Silvano Aureoles, el más priista de todos los perredistas habidos y por haber, exigen una designación  mediante una consulta a la sociedad, nada más están diciendo una cosa: un sondeo en la cual Anaya no gane. Y por ese método, no ganará, por eso se esfuerza en evitarlo tras la mampara del frente.

Y lo hace con el pretexto más débil de todos: el PRI podría manipular la consulta mediante su capacidad de movilizar acarreados en favor de uno u otro. Y eso le da una nueva oportunidad de atacar al PRI: nuestro afán, nuestra finalidad y nuestro compromiso es evitar la victoria del PRI, el cual le ha México; es corrupto e inmoral y todo lo demás.

SIMILITUDES

El pasado 9 de este mes, Jesús Silva-Herzog Márquez escribió algunas cosas sobre Margarita Zavala. Estas son algunas de sus ideas:

–“¿Qué méritos la respaldan? ¿Con qué orgullos se presenta? ¿Cuál es su diagnóstico del país y qué propone para remediar nuestros males?

“… Nada logró decir (durante sus recorridos nacionales de precampaña) que no fuera un amable lugar común. En ningún momento encontré a alguien que comentara algún evento de Margarita Zavala. Nadie que yo conozca retuvo una propuesta, una anécdota, una denuncia. Nada. Cuando algún entrevistador la cuestionaba con lo obvio, caía penosamente en el balbuceo y la incoherencia…”

Un día antes esta columna había dicho:

“…Pero la renuncia misma es un juego de espejos. La verdad es más sencilla: en el pleito de los calderonistas contra Anaya, los felipistas quisieron vencer por la emocionalidad y perdieron por la política.

“Acusaron, con su ambición por delante, a Ricardo Anaya de ser un ambicioso, como si ellos y ella misma no lo fueran en grado superlativo, tanto como para albergar sueños de continuidad dinástica.

“…Tampoco habíamos visto a alguien quien tuviera como punto culminante de sus capacidades políticas y su trayectoria personal, el dudoso mérito de ser conocida (como en EU) como la Primera Dama.

“Los demás peldaños en la breve escalera de la señora Zavala, son bisutería. Jamás un cargo de importancia. Bueno, ni una alcaldía. Sólo prebendas de grupo dentro del PAN; incluyendo sus mediocres pasos por el Poder Legislativo. Puros dedazos”.

Bueno, coincidencias al fin.

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