Los venezolanos votaban el domingo en unos comicios para elegir gobernadores y en los que la oposición parte como favorita, según sondeos, ante la desazón de muchos que sufren por la crisis económica que azota al país.
Pero a pesar de liderar en las encuestas, los adversarios del presidente Nicolás Maduro se enfrentaban a la alta abstención que caracteriza los comicios regionales y las complicaciones preelectorales surgidas, como la inhabilitación de candidatos, confusas papeletas de votación y la reubicación de última hora de casi 300 centros de sufragio.
Y aún si la oposición logra arrebatarle al oficialismo el control de la mayoría de los 20 estados que gobierna, Maduro insiste en que su mandato estaría supeditado a una poderosa Asamblea Nacional Constituyente, conformada por sus aliados. Por eso los analistas ven estas elecciones como “simbólicas”.
Hasta las 3 de la tarde, según cifras opositoras, la participación proyectada era de un 35 por ciento, muy por debajo de procesos previos, por lo que el líder opositor y dos veces candidato presidencial, Henrique Capriles, pidió salir a votar.
“La participación es favorable para nosotros, la abstención es favorable para el Gobierno”, dijo Capriles, buscando consumar la frustración de sus seguidores luego de meses de protestas que no llegaron a buen puerto y el malestar que produjo el intento de diálogo entre la oposición y el oficialismo.
A poco menos de dos horas que se empiecen a cerrar las mesas electorales, la jornada se desarrollaba sin mayores incidentes. No obstante, opositores denunciaron trabas para ejercer su voto.
Además, varios votantes denunciaron que el cambio de última hora de los centros de votación generó que muchos fueron mudados a sufragar no sólo en zonas alejadas y peligrosas, sino en bastiones históricos del chavismo.
“Primera vez que me ponen a votar aquí, me siento más insegura”, dijo Yanina Bianco, una ingeniero de 59 años, quejándose del cambio en su centro de sufragio.
“Voto porque no queremos este Gobierno y esta es una forma de decirlo. Es una forma de denunciar a esta dictadura tramposa”, agregó.
Según el Consejo Nacional Electoral (CNE), la reubicación obedeció a la “violencia” ocurrida durante la ola de protestas contra el Gobierno que entre abril y julio dejó 125 fallecidos.
“A LLORAR A WASHINGTON”
Entre las irregularidades de este proceso, y a diferencia de elecciones regionales previas, esta vez no se renovaron los parlamentos locales, que son controlados en gran parte por el partido de Maduro. De ganar, los gobernadores de la oposición deberán ejercer con un Congreso estatal en contra.
Y en algunas zonas populares de Caracas, líderes de la oposición también reclamaron la presencia de grupos circundando centros y gritando consignas a favor del Gobierno socialista.
La administración de Maduro, que ha sido acusada afuera y en casa de haberse degradado en una dictadura, apoyada en una Asamblea Constituyente “ilegítima”, mostraba el proceso como una evidencia de la victoria de la democracia que reina en el país.
“A esta hora podemos decir que el proceso electoral es un éxito total, un triunfo de la democracia”, dijo Maduro entrada la tarde del domingo, a través de la televisión estatal.
Además, el mandatario pidió a sus seguidores salir a votar y dijo que la participación ya era superior al proceso previo del 2012, cuando un 54 por ciento de los inscritos en el padrón electoral salió a votar.
Venezuela sufre la peor crisis de su historia contemporánea: a la inflación de tres dígitos se le suma una recesión económica de casi cuatro años y escasez de alimentos y medicinas.
La oposición culpa a Maduro del descalabro económico, pero el socialista asegura que la crisis es producto de una “guerra económica” de los opositores con apoyo de Estados Unidos.
El difícil panorama de Venezuela se ha agravado con sanciones financieras desde Estados Unidos, que le ponen más trabas a la hora de adquirir préstamos y pagar sus compromisos internacionales justo cuando precisa de liquidez.