La glamurosa vida de un videojugador profesional

En 2011, Dorothy Schmale dejó a su hijo de 14 años en la terminal de autobuses en la ciudad de Nueva York. Hasta entonces, la obsesión de Michael por los videojuegos parecía otro hobby. Claro, Schmale estaba preocupada por el tiempo que su pequeño les dedicaba en lugar de a su tarea, pero lo mantenían alejado de problemas. Ahora, aquí estaba, enviándolo en un viaje en autobús de más de 13 horas a Columbus, Ohio, donde competiría en su primer gran torneo de Call of Duty. “Fue difícil para mí dejarlo ir”, dice ella. “Pero fue cuando realmente supe que esto iba a en serio”.

Seis años después, Michael Schmale (también conocido como SpaceLy) firmó un contrato con una organización recién formada llamada Ghost Gaming, que anunció que le pagaría a él y a cada uno de sus compañeros un salario mensual de 4 mil dólares, además de un bono compartido de 50 mil dólares. Aún más impresionantes fueron las prestaciones: Ghost los aloja en una mansión de 10 dormitorios con vista a Hollywood que, por cierto, fue ocupada anteriormente por Justin Bieber.

Ghost, que genera la mayor parte de sus ingresos de premios de torneos y patrocinios, también les proporcionó a los reclutas un entrenador, un gerente de equipo, un gerente general, un chef y entrenadores personales. La tesis de Ghost: trate a estos adolescentes y veinteañeros no como nerds flojos sino como atletas disciplinados y profesionales.

Que una compañía pague a un grupo de muchachos por vivir en una mansión y jugar juegos muestra cuán lejos han llegado los videojuegos. La industria de los deportes electrónicos aportó 1.5 mil millones de dólares en ingresos el año pasado y se espera que genere 2.3 mil millones para el 2022, según SuperData, que rastrea la industria. Todo ese dinero finalmente ha hecho que los videojuegos profesionales sean una carrera real para los jóvenes de todo el mundo.

Por ejemplo, a los 50 jugadores titulares que entraron a la Serie de Campeonato de la Liga de Leyendas de Norteamérica de este año se les garantizó un salario mínimo de 75 mil dólares, pero el jugador promedio ganó aproximadamente 320 mil dólares.

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