Keira Knightley le da voz a una precursora del feminismo

REDACCIÓN

Keira Knightley se vistió de época en el cine en numerosas ocasiones, pero con Colette lleva a la gran pantalla un papel que resuena a la perfección con los tiempos actuales: la vida de la novelista francesa Sidonie Gabriel Colette (1873-1954), una mujer que luchó por liberarse del patriarcado y dejar su huella.

Exitosa novelista, artista de cabaret y hasta periodista, Colette revolucionó la París de principios del siglo XX con su talento y osadía.

Aunque esto no fue siempre así, como da cuenta la película de Wash Westmoreland que se presentó en el Festival de Cine de Toronto tras su paso por Sundance a principios de año.

Cuando Colette llegó a la “ciudad de la luz” desde la campestre Borgoña, apenas había saboreado la libertad con mayúsculas que conseguiría luego.

“Cada vez que me ofrecen un papel en una película de época pienso ‘Oh no, no puedo hacer otra película de época’. Pero al final terminan siendo los mejores papeles que me ofrecen. Aunque en éste, por suerte, no uso corset”, afirmó entre risas Knightley, quien actuó en films como Orgullo y prejuicio y Anna Karenina, de Joe Wright.

“Creo que antes se desmerecía un poco a este tipo de películas justamente porque suelen ser sobre mujeres”, opinó.

Con guión de Westmoreland y el ya fallecido Richard Glatzer (quienes codirigieron y escribieron juntos varias películas, entre ellas “Still Alice”, con Julianne Moore), Colette no intenta dar cuenta de toda la vida de la novelista, quien entre otras cosas fue la primera mujer en presidir la Academia Goncourt, sino de sus inicios literarios y del proceso de autodescubrimiento que la llevó a separarse, tanto artística como íntimamente, de su primer marido, el editor Henri Gauthier Villars, más conocido como Willy (Dominic West).

“Mi marido (Glatzer) escribió esta historia en 2001, pero creo que llega al cine en el momento justo”, apuntó por su parte Westmoreland.

“Una de las cosas que más nos gustaban a Richard (Glatzer) y a mí de esta historia es que este matrimonio heterosexual era muy LGBT en cuanto a su apertura hacia las definiciones sexuales en una época en que no se usaban las palabras gay, lesbiana, transgénero. Colette fue también una pionera en la sexualidad”, apuntó.

Desde el inicio del film queda claro que el mayor talento de Willy reside, justamente, en descubrir y comerciar con el talento de los demás, y por eso dispone de un ejército de escritores fantasma que escribe novelas para él. Ahogado por las deudas, Willy, que además es un bon vivant que se gasta gran parte del dinero en fiestas y mujeres, le sugiere a su joven esposa, Colette, que vuelque en el papel sus recuerdos de adolescencia.

Este primer libro de Colette, Claudine en la escuela, publicado bajo el nombre de Willy, resulta ser un éxito literario absoluto y convierte al editor en la estrella del momento de París. Y como la gallina de los huevos de oro debe seguir funcionando, Willy obliga a su esposa a seguir escribiendo, y así es como nace la saga Claudine, integrada por cuatro libros editados entre 1900 y 1903 que se convirtieron en bestsellers en esa época.

Este éxito, que en un principio Colette ve pasar de costado, sin poder ponerle su nombre, la va sin embargo moldeando, dejando de lado a la tímida chica de provincias para convertirse en una precursora del feminismo y la libertad sexual. Y es que a Colette, como es sabido, le gustaban tanto hombres como mujeres, entre ellas su amante Missy (Denise Gough), y no ponía ningún empeño en ocultarlo. Y Willy tampoco tenía problemas con ello.

“Era una mujer fascinante, empoderada, que se fue encontrando, lo que le permitió vivir de una forma valiente, como quería”, dijo Kneightley. “Me sentí tan orgullosa interpretando a Colette. Era una inconformista”.

Westmoreland va revelando esa lenta transformación que le permitirá finalmente a Colette reclamar su talento y prestigio para sí misma. Muchas otras cosas sucederían luego en su larga vida y carrera –otros matrimonios, otros amantes, incluso que una de sus novelas, “Gigi”, fuera llevada al cine en 1958 por Vincente Minelli- hasta su muerte en París, a los 81 años.

Pero no es eso en lo que se centra Colette, ya que según explicó su director, “para mostrar más de su vida habría que hacer una miniserie, o tres o cuatro series… tuvo realmente una vida muy completa”.

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