Participarán 56 grupos de artesanos en la feria “Tápame con tu rebozo”

REDACCIÓN

Del 13 al 16 de septiembre se llevará a cabo la feria artesanal “Tápame con tu rebozo. Arte popular mexicano”, con el objetivo de recuperar y fomentar el uso de esa prenda emblemática, así como revalorar la labor artesanal de las comunidades tejedoras y de otras partes del país.

El Museo Nacional de Culturas Populares será sede de la 11 edición de esa fiesta del color, texturas e identidades regionales de acceso libre, en la que participarán por lo menos 56 grupos de artesanos.

Acudirán 20 reboceros de Aguascalientes, Campeche, Chiapas, la Ciudad de México, Estado de México, Guanajuato, Guerrero, Hidalgo, Michoacán, Morelos, Oaxaca, Puebla, San Luis Potosí, Sonora, Veracruz y Zacatecas.

Habrá importantes colectivos reboceros de todo el país, algunos fundados desde la época colonial, entre ellos de comunidades mestizas de Santa María del Río, en San Luis Potosí, y Tenancingo de Degollado, en el Estado de México, así como Purépechas de Angahuan y Aranza, en Michoacán; zapotecas de San Miguel Cajonos, en Oaxaca, y amuzgas de Xochistlahuaca, en Guerrero.

Se podrán adquirir productos artesanales de distintas ramas como la textil (huipiles, blusas, bolsas o carteras), metalistería (joyas de ámbar chiapaneco o plata de las comunidades mazahuas del Estado de México), alfarería, cerámica y objetos elaborados con fibras vegetales y de madera.

De acuerdo con un comunicado, también se presentará el libro “Hilando nuestras historias. El camino recorrido hacia una vida digna”, del colectivo Masehual Siuamej Mosenyolchicauani, mujeres indígenas que se apoyan, en el que se entretejen historias de artesanas de la Sierra Norte de Puebla.

Amparo Rincón Pérez, coordinadora de Arte Popular de la Dirección General de Culturas Populares, Indígenas y Urbanas (DGCPIU), instancia de la Secretaría de Cultura que organiza la feria, explicó que esa prenda tiene un origen mestizo como estructura, no como técnica.

“El tejido hecho en telar de cintura -a manera de manta o tilma- se hace desde tiempos prehispánicos. El resultado eran lienzos rectangulares que se utilizaban como enredos, fajas o huipiles. Con la llegada de los españoles se impuso un nuevo orden político, social, cultural y religioso”, detalló.

La etnóloga agregó que durante la época colonial la Iglesia Católica prohibió a las mujeres entrar a los templos con la cabeza descubierta, y mientras las españolas se ataviaban con mantillas sevillanas adornadas con barbas de hilo, las indígenas y, posteriormente, las mestizas, las modificaron colocándoles flecos.

Fue así como surgió el rebozo como se le conoce ahora: una prenda femenina atemporal de forma rectangular, alargada, de una sola pieza y terminados en cada extremo con anudados y flecos llamados rapacejos.

Los hay de materiales naturales como algodón, seda o lana, y sintéticos como artisela, estambre u otras fibras. Para su confección se emplea la técnica con telar de cintura o telar de pedal. Su iconografía es infinita y revela la cosmogonía y creatividad de una comunidad.

“Se dice: el rebozo es cuna, matrimonio y mortaja, porque cuando la mujer indígena va a ser madre lo primero que se le obsequia es un rebozo para cargar al bebé y como símbolo de bienvenida. Éste también sirve para transportar objetos o cubrirse de la lluvia, del sol o del frío”, contó Amparo Rincón.

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