Alondra Cazares

A un año de que el diputado ex perredista, Miguel Ángel Covarrubias Cervantes y otros de la fracción parlamentaria de Morena se pronunciaran en favor de tirar los muros que impiden el acceso total de la ciudadanía para reunirse con sus representantes populares en la sede del poder Legislativo, los denominados muros de la ignominia siguen imponentes para recordarle al pueblo que son un escudo protector ante momentos de tensión como el ocurrido el día martes con unos enardecidos pobladores de Chiautempan que exigían entrar para agredir a la presidenta de la mesa directiva.

Lo acordado en el pleno con 20 votos a favor el 30 de octubre de 2018 no ha sido cumplido, pues trasciende que a los diputados les da “cosa” quedar en total descubierto ante sus electores para poder cumplirles los que les prometieron en campaña.

Todo lo contrario, ha ocurrido en la sede del Palacio Legislativo, pues desde ese compromiso, solo se han aumentado los obstáculos para comunicar a la ciudadanía con el interior del Congreso.

Se han colocado vallas protectoras, cuyo argumento son darles mayor seguridad a los diputados e incluso en ocasiones, el personal de seguridad se pone al “tú por tú” con la gente que exige dialogar con algún diputado impidiendo su acceso.

Hasta el momento son más las acciones de seguridad implementadas por los diputados, quienes, incluso celebran sesiones a puerta cerrada, que las explicaciones de su mal trabajo a la ciudadanía.