España y los inicios del submarino, un relato de pioneros incomprendidos

Redacción

Pocos años antes y pocos después de la publicación de la famosa novela “Veinte mil leguas de viaje submarino” de Julio Verne, ejemplo de ciencia-ficción convertida en realidad en lo esencial, una reducida serie de visionarios en el mundo, entre ellos varios españoles, trabajaba en la creación de submarinos que pudieran ser verdaderamente prácticos.

Antes de esa época, ya se habían ideado e incluso probado artefactos capaces de sumergirse bajo el agua con personas en su interior e impedir que se ahogasen. Se sabe de diseños que se remontan al siglo XVI, y de primitivos submarinos, o precursores del mismo, probados con éxito en inmersiones breves tan atrás como el siglo XVII, incluyendo el de Cornelius Drebbel. E incluso, si añadimos los dispositivos precursores de las escafandras de buceo, las referencias abarcan hasta muchos siglos antes, incluyendo entre los buceadores más antiguos al propio Alejandro Magno (siglo IV a. C.), según se cuenta. Ya en el siglo XVIII, cabe destacar al sumergible monoplaza del estadounidense David Bushnell, que ya utilizaba hélices para la propulsión. Justo al empezar el siglo XIX, efectuó sus primeras pruebas el Nautilus, submarino desarrollado por el estadounidense Robert Fulton, un pionero de los barcos a vapor y de los torpedos.

Entre los españoles que crearon precursores de los submarinos o de los pertrechos de buceo, destaca Jerónimo de Ayanz. Su equipo de buceo se probó con éxito en 1602 en el río Pisuerga. Además diseñó un primitivo submarino. También cabe citar a un tal Cervó, que en 1831 falleció en el puerto de Barcelona durante una inmersión con su vehículo, una esfera de madera de 1,60 metros de diámetro.

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