Los oídos internos de los simios podrían esconder pistas sobre la historia evolutiva de los hominoides

Redacción

Estudiar el oído interno de los simios y los humanos podría descubrir nueva información sobre las relaciones evolutivas de nuestra especie, sugiere un nuevo estudio publicado en la revista eLife.

Los humanos, gorilas, chimpancés, orangutanes y gibones pertenecen a un grupo conocido como los hominoides. Esta “superfamilia” también incluye a los antepasados inmediatos y a los parientes cercanos de estas especies, pero en muchos casos, las relaciones evolutivas entre estas especies de simios extinguidas siguen siendo controvertidas. Los nuevos hallazgos sugieren que examinar la estructura (o morfología) de los oídos internos de los hominoideos en su conjunto podría resolver esto de alguna manera.

“Reconstruir la historia evolutiva de los simios y los humanos y determinar la morfología del último antepasado común a partir del cual evolucionaron son tareas difíciles”, explica el autor principal Alessandro Urciuoli, investigador del Institut Català de Paleontologia Miquel Crusafont (ICP) en Barcelona, España. “Si bien el ADN puede ayudar a los biólogos evolutivos a averiguar cómo se relacionan las especies vivas entre sí, los fósiles suelen ser la principal fuente de información de las especies que se han extinguido, aunque deben utilizarse con precaución”.

La cavidad ósea que alberga el oído interno, que está involucrada en el equilibrio y la audición y es bastante común en el registro fósil, ha demostrado ser útil para rastrear la evolución de ciertos grupos de mamíferos. Pero hasta ahora, ningún estudio ha explorado si esta estructura podría proporcionar información sobre la relación evolutiva entre los hominoides vivos y los extintos.

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Un modelo virtual en 3D de un cráneo de gibón con parte del oído interno resaltado en rojo. (Foto: Alessandro Urciuoli (CC BY 4.0))

Para abordar esto, Urciuoli y su equipo utilizaron una técnica de imágenes 3D para capturar las formas complejas de las cavidades del oído interno de 27 especies de monos y simios, incluyendo a los humanos y al extinto simio Oreopithecus y al hominino fósil Australopithecus. Sus resultados confirmaron que la forma de estas estructuras reflejaba más estrechamente las relaciones evolutivas entre las especies y no, por ejemplo, la forma en que se movían los animales.

El equipo identificó a continuación las características de estas cámaras óseas que compartían varios grupos de hominoides, y estimó el aspecto que podían tener los oídos internos de los antepasados de estos grupos. Sus hallazgos para el Australopithecus fueron consistentes con que esta especie estaba más estrechamente relacionada con los humanos modernos que otros simios, mientras que los del Oreopithecus apoyaron la opinión de que se trataba de una especie de simio mucho más antigua, relacionada en algunos aspectos con otros simios que aún viven hoy en día.

“Nuestro trabajo proporciona una hipótesis comprobable sobre la evolución del oído interno en los simios y los humanos que debería ser sometida a un mayor escrutinio basado en el análisis de fósiles adicionales, en particular para los grandes simios que existieron durante el Mioceno”, dice el autor principal David Alba, Director del ICP. El período del Mioceno, que se extiende desde unos 23 a 5 millones de años atrás, es cuando se distinguió el camino evolutivo de los hominoides.

Urciuoli añade que, en los años venideros, desenredar las relaciones de parentesco entre los simios del Mioceno será esencial para mejorar nuestra comprensión de la evolución de los hominoides, incluidos los humanos y nuestros parientes vivos más cercanos, el chimpancé y el bonobo.

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