Manejo de crisis por Covid, deficiente y bipolar: exsecretario Chertorivski

Redacción

Existe bipolaridad en el manejo de la contingencia por Covid-19, considera el exsecretario de Salud Salomón Chertorivski, puesto que “se intenta ser muy serio y dar explicaciones científicas, pero al mismo tiempo ganan los enojos, los chistoretes y la pugna.

“Es la autoridad federal la que en estos momentos tiene que hacer un esfuerzo absoluto de unidad y

[dar] mensajes comunes, de resolver todas las dudas”, asegura en entrevista quien encabezara la política de salud nacional en la última etapa del gobierno de Felipe Calderón.

En la charla lamenta el desmantelamiento de las capacidades del Estado para atender una emergencia sanitaria de la magnitud de la que estamos viviendo, al recordar que fue con el Fondo Nacional de Gastos Catastróficos del Seguro Popular con el que se financió el manejo de la crisis por la influenza A(H1N1) en 2009.

Además, señala la desaparición de figuras jurídicas que hicieron, por ejemplo, que instancias como el Instituto de Diagnóstico y Referencia Epidemiológicos (Indre), que se ha encargado de hacer las pruebas de Covid-19, se quedara sin cabeza.

¿Cómo califica el manejo de la emergencia sanitaria por parte del gobierno federal?

—Ha sido francamente deficiente. Dubitativos, al principio, y las medidas y directrices fueron a destiempo y poco claras, tan es así que las entidades federativas, la sociedad civil y universidades empezaron a tomar medidas sin la rectoría del gobierno federal. El tema central es no haber utilizado desde el principio, y seguir sin hacerlo, el instrumento que tiene el Estado para la atención de las emergencias y que es la autoridad sanitaria máxima: el Consejo de Salubridad General (CSG). Muchos de los problemas empiezan cuando en el seno de ese consejo no se tratan, no se discuten ni se resuelven los temas. Por ejemplo, la decisión de la fecha de suspensión de clases se debió tomar desde el seno del CSG para que fuera de aplicación obligatoria para todos, pero fallaron las directrices y la rectoría de la autoridad sanitaria, y muchos hacen lo que creen que deben hacer.

¿Cómo se ha manejado el tema de la confianza y la comunicación en el Estado?

—El tema empieza con la necesidad de información precisa y puntual, [pues] hay incertidumbre: nadie puede pedirle a la autoridad que sepa exactamente cuántas personas fallecieron en un día, porque hay temas registrales que toman tiempo, [pero sí] explicar con transparencia cada uno de los momentos y decisiones metodológicos, porque eso ayuda a la credibilidad y da certeza.

Vemos diariamente al subsecretario [HugoLópez-Gatell. El tema se aborda en tres conferencias de prensa, cuando menos, todos los días. Tendría que haberse conformado desde hace meses un grupo muy fuerte de vocería, no nada más una persona. Un grupo para llenar todos y cada uno de los espacios informativos que no existían en 2009.

Me sorprende que se empiece a conocer lo que se suscita y no se corrija. Pareciera que cuando hay fallas en la información se les echa la culpa a esas fuentes, en lugar de entender que tiene que ser el esfuerzo de la autoridad sanitaria el que esté por encima de todo eso.

¿Al gobierno federal le ha ganado el manejo político sobre el sanitario? ¿Se está escuchando a los expertos?

—Hay una bipolaridad en el manejo, se intenta ser muy serio y dar explicaciones científicas, pero al mismo tiempo ganan los enojos, los chistoretes y la pugna, cuando es la autoridad federal la que en estos momentos tiene que hacer un esfuerzo absoluto de unidad y dar mensajes comunes, de resolver todas las dudas. ¿Cuándo había pasado que el gobierno pone en duda a la prensa? La prensa es la que tiene que cuestionar a los servidores públicos. En democracias tenemos que escucharnos, decir las cosas como son y contrastar para corregir. Todavía es momento.

¿Para corregir la compra de insumos, por ejemplo?

—A todas luces, la compra de insumos y equipos de seguridad para el personal de Salud no se hizo a tiempo ni de manera oportuna, aun cuando tuvimos meses para ir previendo esas compras. Es fecha que los respiradores adicionales para los institutos de Salud que están transformados o reconvertidos para atender el Covid-19, no llegaron y mucho de lo que tienen hoy son donativos. Claramente no preparamos lo necesario para atender la contingencia.

¿No hubo preparación, se desmanteló lo que había o una combinación de ambas?

—Claramente hay ambas cosas. Venimos de una época en la que, con todas las imperfecciones, México tiene un sistema de Salud que funciona, donde un millón de mexicanos se atienden todos los días. El presupuesto empezó a disminuir desde 2016 y esto continuó durante 2019 y 2020. Además, la desaparición del Seguro Popular impacta porque durante 15 años se estuvo construyendo el modelo financiero y estructural. El Seguro Popular financió el A(H1N1) en 2009, de ahí salieron los recursos, porque había recursos para impactos no previstos, el Fondo de Protección para Gastos Catastróficos, que no existe hoy.

¿Administraciones anteriores heredaron o prepararon alguna estrategia para enfrentar una contingencia de esta magnitud?

—Desde 2001 se empezó a trabajar el plan pandémico para prepararnos para una gripe aviar A(H5N1). En 2006 hubo un simulacro nacional de una gripe de influenza aviar A(H5N1), del tipo de la española. Fue con base en ese plan de acción que se tenía y en los trabajos que se hicieron para tener una reserva estratégica de oseltamivir, que en 2009, a pesar de que México fue el Wuhan del mundo de la pandemia de A(H1N1), pudimos reaccionar a tiempo [a pesar de] toda la incertidumbre. México tomó las medidas a tiempo, porque había un plan y ese plan se fue trabajando.

¿Qué fue lo que ocurrió durante esta administración?

—Empezamos con problemas muy importantes para la reacción de estos planes. El desprecio al servicio público y la eliminación de plazas. Hasta donde tengo entendido, el Indre —nuestro instituto para diagnosticar, que financiamos y terminamos en 2012 y nos dio las capacidades para hacer las pruebas que hoy necesitamos, y generó las capacidades en las entidades para hacer las pruebas—, su cabeza era una Dirección General Adjunta y se le desapareció. No era que no hubiese planes para la atención de estas coyunturas, sino que se debilitaron las capacidades del Estado.

¿Qué haría distinto si fuera secretario de Salud?

—Directrices más claras. Hubiera puesto a trabajar al Consejo de Salubridad General desde el primer día que sabíamos que este virus venía de Wuhan, que las decisiones fueran transparentes, colegiadas y claras; hubiera tratado de hacer un esfuerzo de comunicación y trabajo colectivo con las entidades federativas muchísimo más agudo, comunicar de manera más intensa y hubiera estado dispuesto a aprender.

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