¿Dónde están las civilizaciones extraterrestres?

Redacción

Ya hace casi 70 años que el físico italiano Enrico Fermi planteó su conocida paradoja. Si realmente existen, y en ausencia de señales sobre ellas, seguimos preguntándonos dónde se hallan las hipotéticas civilizaciones extraterrestres que poblarían la galaxia y el resto del universo. Pero la respuesta a la pregunta de la paradoja de Fermi no es única, sino que la incógnita puede contestarse de diferentes maneras. El problema: la cuestión es tan difícil que seguimos siendo incapaces de determinar cuál de ellas es la verdadera.

Por ahora, dejaremos la decisión de cuál es la más probable explicación de por qué somos incapaces de detectar una civilización extraterrestre, y nos limitaremos a exponer qué alternativas plantea la ciencia.

Las soluciones a la paradoja de Fermi pueden agruparse en tres grandes grupos. El primero plantea la solución más sencilla: los extraterrestres ya están aquí o nos han visitado alguna vez. Si esto es así, es obvio que han hecho un buen papel a la hora de ocultar su presencia.

Otra posible solución de este primer grupo se planteó a la vista del conocido fenómeno de los OVNIs u objetos voladores no identificados, que muchos asignaban a visitas de elementos extraterrestres. Por tanto, si estos vehículos están tripulados, la paradoja quedaría resuelta.

Otras personas no creen que nos estén visitando, pero sí que lo han hecho en el pasado, incluso en el más remoto. Es posible, entonces, que hayan dejado algún tipo de señal, en la Tierra, algo que la arqueología podría revelar algún día, o en algún otro cuerpo próximo del sistema solar. Naturalmente, no existe constancia de ello en la actualidad.

Otra solución consistiría en aceptar que los extraterrestres somos nosotros mismos. Hay propuestas serias, como la panspermia, sobre la llegada de material biológico a la Tierra desde otros lugares del espacio. Si esta llegada fue deliberada, estaríamos admitiendo la existencia de una civilización que sembró la Tierra con la vida y que la visitó, al menos una vez.

Se ha propuesto asimismo que nuestro planeta podría estar actuando como una especie de zoológico o reserva biológica, patrocinados por alguna civilización extraterrestre que desearía mantenerlos a salvo de amenazas externas en sectores mucho más peligrosos de la galaxia. Rizando el rizo de las propuestas que bordean la ciencia-ficción, se ha dicho que la humanidad estaría viviendo en una especie de simulación o realidad virtual, ideada para convencernos de que estamos realmente solos en el universo y así prescindiéramos de influencias exteriores que cambiasen nuestra evolución natural.

Desde una perspectiva más teológica, otorgando a Dios su carácter omnipotente, las civilizaciones extraterrestres más avanzadas no se distinguirían demasiado de este ser supremo, hasta el punto de que nuestro Universo, con sus leyes físicas y constantes particulares, habría sido creado artificialmente en un laboratorio, dentro de otro universo mayor.

[fusion_builder_container hundred_percent=

(Foto: Pixabay)

El segundo grupo de soluciones sigue “creyendo” en la existencia de civilizaciones extraterrestres, pero a diferencia del primer grupo, estas simplemente no se habrían comunicado aún con nosotros. Las razones para esta falta de contacto serían diversas.

Por ejemplo, podemos afirmar que las estrellas son demasiado lejanas, y podría ser inviable realizar viajes interestelares, lo que impediría que ninguna civilización extraterrestre haya podido, aun queriendo, venir a visitarnos.

Si en cambio su tecnología es tan avanzada que han superado ese problema, podría ocurrir, sencillamente, que ya se encuentren en camino, no habiendo tenido tiempo de llegar hasta la Tierra. A la velocidad de la luz, se necesitan 4 años para llegar a la estrella más próxima a nuestro planeta. Podrían requerirse naves-mundo en el que vivirían múltiples generaciones de seres vivos durante cientos o miles de años, para alcanzar la Tierra procedentes de un lugar relativamente lejano.

Es posible, sin embargo, que las civilizaciones extraterrestres no sean muy numerosas, y que ante la infinita variedad de destinos posibles, hayan decidido que nuestra región no es lo bastante interesante. Si realmente estuvieran tan avanzados, la Tierra podría tener poco interés para ellos, y quizá simplemente nos han ignorado. De forma más optimista, podrían haber decidido que los viajes interestelares solo pueden ser realizados por máquinas y no por seres orgánicos. Así que jamás llegaremos a ver a ninguno de ellos.

La innata curiosidad humana podría ser un rasgo poco frecuente. Quizá otras civilizaciones no tienen ningún interés en explorar. Si son tan avanzadas, pueden crear un entorno virtual mucho más interesante que el real. O puede que prefieran usar métodos de contacto indirectos, como las ondas de radio o las señales láser.

En este caso, una o más civilizaciones extraterrestres podrían estar intentando comunicarse con nosotros desde hace mucho tiempo. Si no lo han conseguido quizá haya sido por nuestra culpa. O no utilizamos las herramientas adecuadas o no hemos empezado a usarlas hasta hace poco. Puede que utilicen ondas gravitatorias, partículas exóticas u otros sistemas, mientras nosotros seguimos anclados en las ondas de radio. Es difícil comunicarse utilizando dos lenguajes físicos distintos. Y aunque compartiéramos las herramientas, ¿estamos apuntando hacia el lugar y en el momento adecuados? Estamos dejando nuestras investigaciones en gran parte en manos de la suerte. Conocer alrededor de qué estrellas existen planetas parecidos a la Tierra, un descubrimiento apenas reciente, será muy importante en el futuro.

Se ha afirmado asimismo que la señal que delata a una civilización extraterrestre ya se ha detectado en alguno de nuestros radiotelescopios, pero que hemos sido incapaces de distinguirla del ruido de fondo. Habrá que mejorar nuestros sistemas de análisis. Por el contrario, si no se ha detectado aún nada, habrá que esperar, dado que el tiempo que hemos dedicado a la tarea es una insignificante parte del tiempo de vida de la especie humana. Y ello suponiendo que sean lo bastante parecidos a nosotros como para compartir el mismo nivel matemático y ser capaces de detectar artificialidad en una señal desconocida.

Claro que podría ocurrir que todo el mundo escuche y que nadie transmita. Nosotros hemos emitido durante algún tiempo, y nuestras señales de radio y televisión han viajado ya a muchos años-luz de distancia, pero ahora ya estamos evitando hacerlo y utilizamos otros sistemas de comunicación que prescinden de las señales aéreas. Pero ¿y si en realidad las civilizaciones extraterrestres no quieren transmitir? Desconociendo la psicología extraterrestre, es complicado asegurar que sí vayan a desear hacerlo. De hecho, podrían temer ser descubiertos y colonizados por razas más avanzadas.

No sería nuestro caso, que difícilmente podríamos amenazar a nadie. Científicamente hemos hecho grandes avances, pero son muchos aún los que quedan pendientes. Nuestras teorías físicas siguen siendo incompletas, y solo sabemos especular sobre cuestiones como otras dimensiones o universos paralelos. Quizá ni siquiera estamos buscando en el lugar físico adecuado.

Puede que algún día lo sepamos todo. Pero si ahora mismo ya somos lo bastante vulnerables, y somos capaces de autodestruirnos, ¿qué esperanza tiene una civilización mucho más avanzada? Puede que no las detectemos porque no han alcanzado, como nosotros, el umbral que permita el contacto directo, mientras que las que sí lo lograron, acabaron autodestruyéndose. Esto no es tan complicado de imaginar. Nuestras máquinas han visto multiplicada constantemente su inteligencia. Algunos piensan que a partir de cierto momento superarán la nuestra y que entonces tomarán el control y nos harán desaparecer, como entes imperfectos. En ese caso, podríamos no llegar a encontrar nunca una civilización inteligente lo bastante avanzada, aunque quizá sí una civilización mecánica súper avanzada, cuyo interés por la comunicación podría ser nulo.

Otras civilizaciones no se habrán preguntado nunca por la existencia de alienígenas. Su entorno puede ser muy distinto del nuestro: pueden ser especies submarinas, o subterráneas, que no habrán desarrollado nunca la astronomía y el interés por el universo.

Por último, señalemos que podrían existir muchas civilizaciones extraterrestres pero ninguna dentro de nuestro horizonte visible. Dada la velocidad finita de la luz, solo podemos tener acceso a una parte del universo. Aunque este estuviera lleno de vida, lo que estuviera demasiado lejos estaría fuera de nuestro alcance.

El tercer y último grupo de soluciones a la paradoja de Fermi contempla la triste inexistencia de civilizaciones extraterrestres.

Que existamos nosotros no es garantía de nada. La humanidad ha surgido tras una larga serie de casualidades. Muchos fenómenos han gobernado sobre la vida en la Tierra hasta desembocar en nuestra especie, incluyendo un impacto que acabó con los dinosaurios. Las cosas podrían haber sido muy distintas y los mamíferos, y luego los homínidos, jamás haber alcanzado el grado de desarrollo del que han disfrutado. Un factor climático probablemente hizo que nuestros antepasados abandonaran los árboles y empezaran a vivir en la sabana, convirtiéndonos en seres bípedos y liberando nuestras manos para producir herramientas. Esta larga cadena de acontecimientos no puede haber ocurrido de igual forma en otros lugares. Quizá la cadena ha sido distinta, o puede que no haya derivado en un ser lo bastante inteligente como para hacerse esta pregunta. Hemos tenido mucha suerte. Nuestro Sol tiene una franja habitable donde el agua se mantiene líquida, tenemos una luna que ancla el eje de nuestro planeta, posibilitando la existencia de estaciones, la actividad tectónica es lenta y moderada, los acontecimientos de extinción raros, tenemos una capa de ozono que nos protege, etc.

Si no fuera porque el universo podría tener muchos miles de millones de planetas aptos para la vida, no sería raro pensar en que el nuestro es un caso único. Un planeta en el que han vivido millones de especies durante miles de millones de años, y del que ha emergido apenas una sola especie realmente inteligente.

Inteligencia, pero aún limitada. Tanto que la Paradoja de Fermi sigue retándonos debido a nuestra ignorancia. A pesar de los avances producidos, seguimos sin conocer muchos detalles fundamentales que harían rechazar algunas de las soluciones presentadas aquí, y que crearían otras nuevas más próximas a la realidad. Con la información de la cual disponemos en estos instantes, bien podríamos ser la única civilización inteligente, al menos en la Galaxia. Pero también podría ser lo contrario. De hecho, si algún día se produce un primer y verdadero contacto, y somos capaces de digerir la noticia, la Paradoja habrá dejado de existir.

[/fusion_builder_column][/fusion_builder_row][/fusion_builder_container]

Noticias

Síguenos en redes