AMLO en la elección con una canción de censura

por José Buendía Hegewisch 

La intervención directa del presidente López Obrador en el tablero de los partidos es el banderazo de salida de la carrera electoral hacia 2021, en el apogeo de la pandemia y los peores pronósticos de ella para la economía mexicana. El arranque con un documento que exhibe supuestas conjuras de la oposición marca el tono y la manera de la campaña: “guerra sucia” para retener el Congreso y confrontación en todo frente que huela a disidencia respecto a la definición de su proyecto. La polarización como estrategia, sin embargo, encontró en la parrilla de salida un corredor incómodo en la sátira como refugio de la libertad de expresión.

La revelación de un presunto plan para desestabilizar al gobierno resultó menos que creíble, con generalizaciones vagas, remitente desconocido y operadores de Morena negociando su difusión en medios antes de que López Obrador lo lanzara en una “mañanera”. Aunque tiene el sello de la quema pública de nombres y actores de diversos sectores que en las últimas semanas han ardido en “listas negras”, como empresarios o periodistas, que no se alinean y mantienen posiciones críticas hacia la 4T. Pero de este documento sobre la formación de un presunto Bloque Opositor Amplio (BOA), preocupan los ánimos de linchamiento más que su contenido, al menos por dos razones.

La primera, porque exhibir a la crítica como amenaza disolvente del gobierno es una forma de censura y mecanismo de control de la opinión pública. En el marco del discurso presidencial sobre la hora de las definiciones entre estar a favor o en contra de su proyecto de “transformación”, esa clase de narrativas tienen el inconveniente de borrar la frontera entre la libertad de expresión y el juicio arbitrario del censor sobre las ideas que le parezcan sancionables, aunque las leyes aseguren el derecho a expresarlas. El interés por correr esas líneas en la convivencia política revela el deseo de ampliar el margen de actuación y la discrecionalidad del gobierno para acallar o castigar ideas distintas a la verdad oficial sin acudir a la censura directa. Baste con preparar a la comunidad para que impida hablar o aplauda el silenciamiento de las voces sediciosas.

En segunda, porque descubrir intenciones destructivas entre sus críticos ilustra una típica y peligrosa actitud censora de que creer tener acceso a los pensamientos o deseos profundos de los que cataloga como enemigos. Tanto la pretensión de querer silenciar a la disidencia como la fantasía de pensar que se conoce la psique íntima del que merece morir en la hoguera como el peor de los herejes termina por ahogar la pluralidad y el debate público que necesita cualquier democracia para funcionar.

Ya en otros momentos López Obrador ha hablado de conjuras y listas “negras” de opositores entre las cúpulas empresariales, medios y periodistas que, ante el nuevo embate, se apresuraron a saltar del patíbulo que se construye hacia la elección de 2021. Algún gobernador y dirigentes políticos esta vez no picaron el anzuelo y encontraron la sátira como vacuna contra la polarización con la parodia de la clásica canción de La boa a sus supuestas aspiraciones de derribar al gobierno. Poco debería extrañar que los partidos hagan alianzas para disputar el poder como norma de su actividad política dentro de la ley, como es buscar ganar el Congreso o el revocatorio de mandato que denunció el Presidente. Lo que, en todo caso, debía preocupar es la decisión del mandatario de meterse de lleno en la contienda, cuando el país no ha logrado “domar” la pandemia ni conoce la profundidad del túnel de la crisis económica en camino; o quizá eso explique que con tanta anticipación haya optado por velar armas y mostrarse en campaña, aunque no salga en la boleta.

Si la revelación del plan desestabilizador del BOA generó memes y la chunga del jingle de la Santanera, la decisión del Presidente de implicarse personalmente refleja su preocupación por el impacto de la crisis en la intención de voto a Morena y en la aprobación presidencial, que difícilmente podrá sustraerse de la crítica al manejo de la pandemia y la depresión económica. Ninguna conspiración podrá desviar la atención de los datos que arrojen esas realidades en 2021 y el Presidente lo sabe, lo sabe… como dice la Santanera.

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