En Canal 22 buscan a quien dio el pitazo

Redacción

El pasado lunes le contamos que en Canal 22 había ya un contagio de Covid-19 y dos sospechosos. La televisora tuvo que aceptar, a través de un comunicado, que eran tres personas positivas, y de paso aprovechó para asegurar que los contagios no se habían realizado en las instalaciones y que estaban haciendo todas las medidas sanitarias, así como dando seguimiento a la salud del personal y vigilancia de la gente que estuvo en contacto con los contagiados. Nos acaban de contar que, por desgracia, hay otro caso sospechoso y que el temor persiste. También nos contaron que después de tres meses de confinamiento, el director, Armando Casas, se presentó en el Canal; iba, por supuesto, con cubrebocas, guantes, careta y ropa holgada; sus medidas fueron tan estrictas que prácticamente no habló con nadie y hasta costó trabajo reconocerlo. Esperamos que no haya más contagios, que haya más sensibilidad hacia los trabajadores que continúan en el frente para seguir cumpliendo con sus labores esenciales y que tampoco haya una cacería para identificar a quién o quiénes comparten sus preocupaciones con el exterior, como, nos dicen, está ocurriendo. La prioridad es preservar la salud de todos.

Morenista se alista a tirar estatuas

En los últimos días, manifestantes contra el racismo en Estados Unidos han destrozado estatuas de Cristóbal Colón, en lugares como Massachusetts, Minnesota, Florida y Virginia. A propósito de esos hechos, Karla Motte, editora de La regeneración, periódico feminista editado por la Secretaría Nacional de Mujeres del CEN de Morena, tuiteó que, aunque le gustan las estatuas como símbolos de una época, de un discurso histórico y de la memoria, “si la oleada anti-estatuas llega a nuestra CDMX, el acto de tirarlas me va a parecer valioso y jalo”. Aunque, añadió Motte, su “corazón de historiadora” le implica un dilema. Así empezó en su cuenta un debate sobre por qué tirarlas o no, por qué no hay más estatuas de mujeres y sobre el “acto simbólico” de derrumbarlas. Ojalá no le tomen la palabra.

Los libreros independientes sacan el cobre

La semana pasada, cuando la Red de Librerías Independientes (RELI) —que reúne a 37 pequeños puntos de venta de barrio— lanzó su librería virtual, puso en línea un catálogo de más de 80 mil títulos, pero también un mensaje ofensivo e insultante en contra de Sexto Piso, Era y Almadía, a las que acusó de falta de solidaridad con el gremio. ¿Cuál fue el gran pecado de estas tres editoriales que tanto indignó a los 37 libreros? Lanzar una campaña entre sus lectores, apoyadas en los escritores y artistas que editan, para recaudar fondos y así sortear la crisis económica derivada del Covid-19. Esa campaña generó la furia y el “encabronamiento” de los pequeños libreros, que con saña y violencia innecesarias los llamaron “egocentristas” y “miserables”. ¿Qué es más vil e indigno, intentar sortear la crisis como lo han hecho otros sectores de artistas y creadores apoyándose en sus amigos, o convertirse en iracundos jueces y llamar a sus pares “limosneros” e incluso regodearse de que el otro no haya logrado su meta?

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