El cambio de Papalote por Covid-19

Redacción

La Pandemia por Covid-19 es todo un reto para un museo que como Papalote ha hecho del contacto su esencia. “Toca, juega y aprende” es un lema que está en la memoria de generaciones, pero que hoy parece contradecir todo lo que la sana distancia implica.

“Porque tomamos muy en serio a nuestro público y queremos que regrese con confianza, con la seguridad de que lo vamos a cuidar y sin que pierda el motivo de la visita que es pasarlo muy bien, Papalote va más allá de los protocolos de limpieza; debe ser una experiencia lúdica, divertida, de relajación, de convivencia; todos estamos encerrados hace semanas, y al salir queremos garantizar en el regreso que el público se puede relajar y divertir”, dice Dolores Béistegui, directora del Sistema Papalote, e insiste en la complejidad del retorno que supondrá un cambio radical en el museo: “Cerrar el museo fue de risa, en relación a la complejidad de reabrirlo. Reabrirlo, a la luz de estas restricciones que nos obliga la crisis sanitaria, es inmensamente complejo; un trabajo colosal; no hay ejemplo. Y no hay mayor asistencia, quiero subrayar, de las autoridades, ni de la secretaría de Cultura federal ni de la local”.

Papalote tiene museos en Ciudad de México, Monterrey y Cuernavaca; cerró el 16 de marzo, el 26 de ese mes lanzó la campaña Papalote en casa, y desde mediados de abril se trabaja en los lineamientos y protocolos.

A partir de los lineamientos de Salud y Cultura, y el semáforo epidemiológico, Papalote abrirá cuando esté en color amarillo; la idea es recibir público a partir del 3 de septiembre, por lo menos en la Ciudad de México. Cada una de las sedes atenderá lineamientos federales y locales.

“Aparentemente, el 3 de septiembre ya estaríamos en fase amarilla y se contaría con autorización para abrir con todas las limitaciones que marcan los lineamientos de la secretaría de Cultura y del gobierno de la Ciudad de México, y la implementación de los protocolos de la nueva normalidad que contempla barrera social y sanitización”, dice la directora.

Son cientos de acciones de higiene y prevención para garantizar que el inmueble y las más de 100 exhibiciones estén en óptimas condiciones, y cientos de acciones en un nuevo guión y museografía para dar a los visitantes una experiencia diferente, durante cuatro horas que es el tiempo de visita.

Papalote abrirá, en principio, sólo de jueves a domingo. Habrá nuevas señalización y cédulas que explican que sí, qué no, cuándo, cómo, dónde. En su Protocolo de Higiene y Desconfinamiento se plantea, por ejemplo, la creación de un comité de sanidad, integrado por 21 colaboradores que verificarán el cumplimiento de las medidas.

Todos los mediadores o cuates usarán tapabocas, careta y guantes de nitrilo; habrá horarios escalonados para el personal. Se suspenderán exhibiciones que implican arena y toboganes; se suspenderá también el préstamo de carriolas, entre muchas otras medidas.

La ocupación habitual en salas y áreas de exhibición era de cuatro mil 500 personas, ahora será de alrededor de mil 400, al mismo tiempo, en las exhibiciones, la megapantalla y el domo digital. Limpiar las exhibiciones supone otra tarea más compleja de lo que normalmente se hace; para este trabajo, el equipo de limpieza resulta insuficiente, por eso los mismos cuates participarán en esas acciones.

Luis Chávez, director de Papalote Chapultepec, detalla: “Estamos intentando reducir lo más que se pueda el riesgo. Tenemos diagramas de cómo vamos a operar, el número de metros del museo, luego segmentado por zonas, para medir la exhibición y cuántas personas pueden estar esperando y cuántas en la exhibición. Nos dio un resultado de 67% menos de la capacidad que normalmente podríamos tener”.

Toda la administración del público y del flujo implicará nuevos protocolos que se tienen que hacer con empatía, coinciden Dolores Béistegui y Luis Chávez.

De las 120 exhibiciones que hay a lo largo del museo, 15% cerrarán. Es el caso de la de Lego en el área de Mi Ciudad. En cambio, una de las que apuestan que será más atractiva y segura será las burbujas. También se enfatizarán actividades en espacios que cuentan con mayor ventilación o que están al aire libre. La megapantalla y el domo digital, así como los lugares de comida, tendrán protocolos basados en lineamientos de autoridades, y la asistencia a éstos tendrá también una disminución que está definida en su Protocolo.

“Es reinventar el Museo de septiembre a enero. Desde el momento en que entras hasta en el que sales del museo tendremos que construir una nueva narrativa, con el acompañamiento de nuestros cuates para acompañar al visitante. Creemos que convivir con otros niños es algo que les hace mucha falta a los niños, esa ha sido una de las grandes carencias en este tiempo”, asegura Dolores Béistegui.

Sobre el golpe económico que esto representa, la directora reconoce que las pérdidas rondarán en 70% de los ingresos de Papalote tendría en un año porque estarán alrededor de cinco meses cerrados y en los meses que estarán abiertos, a partir de septiembre, la asistencia será de alrededor de 30%.

Como otros museos, Papalote contempla campañas para que el público aprenda a planear su visita, que pueda así evitar hacer colas, que tome decisiones sobre los servicios de que podrá disponer o no.

“No queremos que esté omnipresente la palabra sanitización, que no sea invasiva, genere miedo. Es un reto, un aprendizaje para todos, una condición de vida nueva que tenemos que aprender con el mayor respeto de nuestro público”, sostiene la directora.

“El reto ahora es el toca… pero tocar con otros sentidos, que sientan que la cercanía no es sólo física. Papalote no es un museo contemplativo, es de interacción y aprendizaje a través del juego, y entonces la experiencia es la que hace la diferencia, es el factor de decisión para que regresen”, concluye el director.

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