Qué lecciones deja la desigual distribución de la vacuna contra el H1N1 hace 10 años

Redacción

Hace una década, algunas potencias mundiales compraron tantas vacunas contra la influenza A (H1N1) que al final tuvieron que desecharlas o revenderlas.

La última pandemia vivida antes del coronavirus tenía características diferentes a la actual, pero hay lecciones que aprender de ella.

Por ejemplo, la forma en la que en entonces se distribuyeron las vacunas y cómo algunos países tuvieron acceso a ellas mucho después que otros.

Y por qué esta vez es mucho más importante un reparto equitativo de las dosis que hace 10 años.

Gripe A

En la pandemia de la llamada gripe porcina, los países más ricos iniciaron sus campañas de vacunación meses antes que el resto del mundo.

China, por ejemplo, inició su plan en septiembre de 2009, y Estados Unidos, en octubre.

Brasil solo pudo comenzar con la vacunación en marzo del año siguiente, en el mismo mes en que un programa internacional de transferencia de vacunas a 77 países empobrecidos comenzó a funcionar.

En ese momento, con una enfermedad considerada moderada y asociada al invierno por ser una influenza, el factor principal fue un desajuste en la distribución más geográfico (por proximidad del invierno) que económico.

Pero el dinero para comprar millones de dosis, las afinidades políticas y la ubicación de las fábricas de vacunas, que ahora son factores cruciales en la pandemia de Covid-19, también jugaron un papel en ese momento, según explican los expertos.

Muestra de vacuna

Existen decenas de estudios que doblegan esfuerzos para lograr la ansiada vacuna para el coronavirus.

Existe otra diferencia fundamental entre las dos pandemias. El nuevo coronavirus se propaga durante todo el año y no principalmente en invierno, como pasó con el H1N1 en 2009.

Eso significa que todos los países necesitan vacunación contra la Covid-19 al mismo tiempo.

Desigualdad

Todavía no se sabe con precisión cuándo surgirá una vacuna, ni su eficacia y seguridad, pero si se descubre, lo más probable es que no esté disponible de manera equilibrada para todos en los primeros meses.

Esto debido a cuellos de botella de producción y distribución, además de a los acuerdos multimillonarios con fabricantes, por citar dos razones.

La vacuna se considera la principal posibilidad de contener la propagación del coronavirus sin recurrir a cuarentenas más masivas con severo impacto económico, pero también es posible que tarde más de lo que esperamos o que nunca se logre una dosis eficiente y segura.

Ahora hay dos carreras importantes. La primera tiene que ver con el desarrollo de la vacuna, con más de 170 iniciativas en estudio.

La segunda es por quiénes recibirán primero millones de dosis.

Bajo una fuerte presión, el presidente estadounidense Donald Trump anunció, por ejemplo, que ya aseguró toda la producción de un fabricante de vacunas durante meses.

Algo similar a lo que hizo antes al comprar reservas completas de medicamentos, dispositivos de protección y suministros.

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