La búsqueda de agua en Marte

Redacción

Un nuevo estudio proporciona el mapa más detallado hasta la fecha de las ubicaciones del Planeta Rojo ricas en hielo de agua cercano a la superficie.

Al igual que con cualquier asentamiento humano en la Tierra, el primer paso para escoger el emplazamiento de una base en Marte es tener en cuenta la cercanía de agua accesible. El agua, que en el caso de Marte se halla en forma de hielo, no solo será crucial como parte de los suministros de soporte vital para los astronautas, sino que se utilizará para muchas más cosas, desde la agricultura marciana hasta la producción autóctona del propergol que los astronautas necesitarán para impulsar la nave con la que regresar a la Tierra.

Llevar toda esa agua a Marte sería costoso y arriesgado. Por eso la NASA ha movilizado a científicos e ingenieros desde 2015 para identificar depósitos de hielo de agua marcianos que puedan estar al alcance de los astronautas en la superficie del planeta o a muy poca profundidad bajo esta. Pero, por supuesto, el agua también tiene un enorme valor científico: si actualmente hay vida microbiana en Marte, probablemente también estará cerca de estas fuentes de agua.

Un nuevo estudio que aparece en la revista académica Nature Astronomy incluye el citado mapa y detalla dónde es más y menos probable encontrar hielo de agua en el hemisferio norte del planeta. Para su confección se han empleado 20 años de datos de la Mars Odyssey, la MRO (Mars Reconnaissance Orbiter) y la ya inactiva MGS (Mars Global Surveyor), de la NASA.

La zona donde está el hielo subterráneo más accesible, es la zona situada un poco más al sur de la región polar de Marte en el hemisferio norte. En la Tierra, esta posición respecto a la zona polar norte es donde están Canadá y parte de Europa. Esa zona de interés marciana engloba las llanuras de Arcadia Planitia y los valles llenos de glaciares en Deuteronilus Mensae. Estas regiones marcianas representan un punto intermedio entre el lugar donde se encuentra la mayor cantidad de hielo de agua (los polos) y el lugar donde se encuentra la mayor cantidad de luz solar y calor (el ecuador).

Saber si una superficie esconde hielo no es fácil. Ninguno de los instrumentos de las naves de los cuales provienen los conjuntos de datos utilizados en el estudio fue diseñado para medir el hielo directamente, tal como advierte Gareth Morgan, del Instituto de Ciencia Planetaria en Estados Unidos y coautor del estudio. En vez de eso, cada instrumento detecta diferentes características  físicas, como por ejemplo altas concentraciones de hidrógeno, alta velocidad de las ondas de radar y peculiaridades en la velocidad a la que cambia la temperatura en una superficie, que pueden sugerir la presencia de hielo. “A pesar de contar con 20 años de datos y una fantástica gama de instrumentos, es difícil combinar estos conjuntos de datos, porque todos son muy diferentes”, explica Morgan. La estrategia de trabajo escogida ha sido validar una señal de presencia de hielo si múltiples conjuntos de datos indican también esa presencia de hielo. Si los cinco conjuntos de datos señalan la presencia de hielo, entonces se considera fiable.

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