Sobrevivir allá donde la atmósfera terrestre es como la de la superficie de Marte

Redacción

Si algún microbio terrestre viaja de polizón a bordo de una nave espacial hasta Marte y queda expuesta directamente al ambiente marciano, tiene pocas probabilidades de sobrevivir. Sin embargo, se calcula que en la Tierra hay un billón de especies de microbios, una cantidad demasiado alta como para que no haya entre ellas ninguna especie capaz de sobrevivir en Marte. Efectivamente, se sabe que algunas especies podrían sobrevivir en Marte bajo ciertas condiciones. Pero la lista de supervivientes potenciales no está completa y por eso existe un gran interés desde la astrobiología en averiguar qué otros microorganismos comunes podrían vivir en Marte y qué los hace tan resistentes.

 

La cuestión es más que académica. La NASA quiere asegurarse de que las naves espaciales que envía a la superficie de Marte no contaminen accidentalmente el Planeta Rojo. Una contaminación de este tipo podría provocar falsas detecciones de vida autóctona marciana o poner en tela de juicio a detecciones verdaderas, arruinando de manera quizá irremediable la búsqueda de señales de vida autóctona en Marte.

 

Afortunadamente, los científicos pueden identificar los microbios terrestres más conflictivos en ese aspecto sin necesidad de llevarlos a Marte para poner a prueba allí su capacidad de resistencia.

 

A unos 38 kilómetros por encima de la superficie de la Tierra, hay una capa de atmósfera que en algunos aspectos clave se asemeja a la capa más baja de la atmósfera marciana, la que está en contacto directo con el suelo de Marte. Con altos niveles de radiación, baja presión atmosférica, frío y sequedad, esta región de la atmósfera terrestre puede utilizarse como una especie de laboratorio del ambiente marciano.

 

El equipo internacional de David J. Smith, del Centro Ames de Investigación de la NASA en Estados Unidos, ha probado la durabilidad de la vida en estas condiciones extremas enviando varios tipos de microorganismos a bordo de un gran globo científico hasta gran altura en la estratosfera. El experimento MARSBOx (Microbes in Atmosphere for Radiation, Survival, and Biological Outcomes Experiment), incluyó cuatro especies diferentes, entre las que se encontraban bacterias secas e inactivas y esporas de hongos.

 

Antes del vuelo, las muestras de microorganismos se adhirieron a discos de cuarzo especiales dentro de cajas de aluminio.

 

A una altitud de unos 38 kilómetros, los microbios estuvieron expuestos durante más de cinco horas, no solo a la intensa radiación que llega a esa cota tan cercana a la frontera del espacio, sino también a temperaturas que promediaban unos 30 grados centígrados bajo cero y a un aire extremadamente seco que tenía una presión mil veces menor que a nivel del mar.

 

Tras regresar a la superficie de la Tierra, los especímenes fueron analizados por los científicos en el laboratorio y se descubrió que dos de las cuatro especies habían sobrevivido.

 

Entre los supervivientes se encontraban esporas de Aspergillus niger, que es un hongo común en el medio ambiente y que puede utilizarse para producir una amplia gama de compuestos útiles, incluidos antibióticos.

 

Las esporas del hongo Aspergillus niger son increíblemente resistentes al calor, a productos químicos agresivos y a otras condiciones hostiles para la vida, pero nunca se había estudiado si podrían sobrevivir expuestas al ambiente marciano, tal como destaca Marta Cortesão, microbióloga en el DLR (Centro Aeroespacial Alemán) y coautora del estudio.

 

Cortesão, Smith y sus colegas creen que estas esporas de hongos fueron capaces de resistir la desecación y la alta radiación gracias a una pigmentación que actúa como una especie de crema protectora solar, o tal vez a una característica estructural en la arquitectura de las membranas celulares que protege su vulnerable interior, de forma parecida a como las capas de ropa pueden proteger a las personas ante un frío intenso.

 

El otro superviviente microbiano fue la bacteria Salinisphaera shabanensis, menos común aunque inofensiva. Fue escogida para el experimento debido a su capacidad de prosperar en agua extremadamente salada. En Marte puede haber pequeños reductos de agua muy salada y se cree que podrían ser lugares prometedores donde buscar vestigios de antigua vida microbiana.

 

Los resultados de la investigación se han publicado en la revista académica Frontiers in Microbiology.

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