Estado de texto almacenado en chips tras su viaje de ida y vuelta a un asteroide

Redacción

En un espectacular reto de robustez tecnológica, textos aportados por voluntarios de todo el mundo fueron almacenados en dos chips que se instalaron en la sonda espacial japonesa Hayabusa 2. Esta fue lanzada al espacio en 2014, viajó a un asteroide, lo exploró y llevó de vuelta a la Tierra en diciembre de 2020 una cápsula con los chips de textos y muestras del asteroide.

 

La Hayabusa 2 partió de la Tierra el 3 de diciembre de 2014.

 

Llegó al asteroide Ryugu el 27 de junio de 2018. Pasó un año y medio explorándolo, en una misión que incluyó el envío de varios vehículos de descenso a la superficie y la recogida de muestras del suelo que realizó la propia Hayabusa 2.

 

Esta partió de Ryugu el 12 de noviembre de 2019.

 

En diciembre de 2020 se acercó lo suficiente a la Tierra para liberar la cápsula con las muestras a fin de que reentrase en la atmósfera terrestre y aterrizase. La maniobra tuvo éxito y el 5 de diciembre la cápsula se posó en una zona desértica del sur de Australia sin apenas población, siendo recuperada sin problemas.

 

Las muestras de Ryugu están ahora siendo analizadas minuciosamente.

 

Las comprobaciones del estado de ambos chips, que contienen archivos electrónicos de nombres y mensajes que fueron enviados por gente de todas partes del mundo antes del lanzamiento al espacio de la Hayabusa 2, concluyeron recientemente. Los ingenieros de la misión extrajeron ambos chips de la cápsula y han verificado que pueden leerse con normalidad.

 

Han resistido, por tanto, las tremendas vibraciones del lanzamiento al espacio y la reentrada a la atmósfera, así como los seis años de permanencia fuera de la Tierra. En el espacio interplanetario hay niveles de radiación mucho más altos que los típicos de la Tierra, capaces de inutilizar a la electrónica no protegida, y existen además la amenaza permanente de los impactos de meteoritos y las temperaturas extremas. Solo la electrónica convenientemente protegida y los chips resistentes a la radiación pueden soportar los rigores de una travesía interplanetaria de años de duración.

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