Robot sin cerebro que obtiene su energía del metal

Redacción

Un singular robot presenta dos rasgos inusuales. Carece de procesador central, pero es capaz de una conducta relativamente compleja. No usa una batería propiamente dicha, sino un sistema con el que obtiene energía de las superficies metálicas sobre las que circule. Ambos prodigios lo convierten en un buen ejemplo de robótica alternativa.

Cuando se trata de energizar robots móviles, las baterías presentan una problemática paradoja: cuanta más energía contienen, más pesan y, por tanto, más energía necesita el robot para moverse. Sistemas recolectores de energía como los paneles solares pueden funcionar en algunas aplicaciones, pero no proporcionan la energía suficiente de forma rápida o constante para asegurar un desplazamiento continuado durante largos períodos de tiempo.

James Pikul, de la Universidad de Pensilvania, está desarrollando un sistema para energizar robots que tiene lo mejor de ambos mundos, por así decirlo. Su dispositivo, denominado “fuente de voltaje ambientalmente controlada”, o ECVS por sus siglas en inglés, funciona como una batería, en el sentido de que la energía se produce rompiendo y formando repetidamente enlaces químicos, pero elude el problema del peso mediante la estrategia de buscar y usar tales enlaces químicos en el entorno del robot. Mientras está en contacto con una superficie metálica, una unidad ECVS cataliza una reacción de oxidación con el aire circundante, energizando al robot con los electrones liberados.

Además, tal como hace un organismo simple, estos robots impulsados por ECVS son capaces de buscar sus “fuentes de alimento” a pesar de carecer de “cerebro”.

Pikul, junto con Min Wang y Yue Gao, de su mismo laboratorio, han probado con éxito un robot con ruedas que puede circular por su entorno sin necesidad de un ordenador. Haciendo que las ruedas izquierda y derecha del robot sean impulsadas por diferentes unidades ECVS, este es capaz de una forma rudimentaria de navegación y búsqueda de energía, que le permite al robot dirigirse automáticamente hacia superficies metálicas de las que pueda “nutrirse”.

El nuevo tipo de robot es capaz asimismo de un comportamiento más complicado, el cual puede lograrse también sin un procesador central. Con diferentes disposiciones espaciales y secuenciales de las unidades ECVS, un robot puede realizar una serie de operaciones lógicas basadas en la presencia o ausencia de su fuente de “comida”.

“Las bacterias son capaces de navegar de forma autónoma hacia los nutrientes a través de un proceso llamado quimiotaxis, en el que detectan y reaccionan a los cambios en las concentraciones químicas”, explica Pikul. “Los robots muy pequeños tienen limitaciones similares a las de los microorganismos, ya que no pueden llevar grandes baterías ni complicados ordenadores, así que queríamos explorar cómo nuestra tecnología ECVS podía reproducir ese tipo de comportamiento”.

Pikul, Wang y Gao exponen los detalles técnicos de su nuevo tipo de robot en la revista académica Advanced Intelligent Systems, bajo el título “Computer‐Free Autonomous Navigation and Power Generation Using Electro‐Chemotaxis”.

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