Seducción mortífera entre especies marinas

Redacción

Los depredadores no siempre recurren a la estrategia del ataque directo. Un buen ejemplo de ello ha sido descubierto ahora en una especie marina que seduce sexualmente y luego mata a presas que no son de su especie ni tan siquiera se le parecen anatómicamente.

Los caracoles cónicos son gasterópodos que cazan gusanos y, según revela un nuevo estudio realizado por el equipo internacional de Eric W. Schmidt, de la Universidad de Utah en Estados Unidos, cuando acechan a sus presas utilizan un conjunto de sustancias, que hasta ahora ningún científico había detectado, que imitan los efectos de las feromonas de los gusanos marinos para llevar a estos a un frenesí sexual, lo que facilita que los caracoles los atraigan fuera de sus escondites y así puedan atraparlos y devorarlos.

“En esencia, estos caracoles cónicos han encontrado una forma de convertir el impulso sexual natural de sus presas en un arma letal”, razona Schmidt.

Los caracoles cónicos utilizan un diente en forma de arpón en el extremo de su probóscide para inyectar veneno en la presa, paralizándola al instante. A continuación, introducen lentamente al animal inmovilizado en su boca. Durante décadas, los científicos han estado intrigados por algunos detalles de este proceso.

En este nuevo estudio, Schmidt y sus colegas investigaron a fondo al Conus Imperialis, una especie de caracol cónico que caza principalmente gusanos de la especie Platynereis dumerili. El equipo de investigación descubrió que el Conus Imperialis produce sustancias químicas que imitan muy bien a las feromonas que desencadenan la actividad sexual en esos gusanos.

En experimentos de laboratorio, una de estas sustancias químicas (llamada conazolio A) desencadenó el comportamiento de apareamiento en las hembras, haciéndolas nadar en círculos apretados, persiguiéndose la cola, antes de liberar sus huevos. La genuanina, una sustancia química parecida al ácido úrico, tuvo un efecto similar en los gusanos macho, provocando que expulsaran su esperma.

Los investigadores no están seguros de cómo funciona este método en la naturaleza, pero sospechan que podría seguir esta secuencia: en primer lugar, el caracol cónico expone al gusano a sus falsas feromonas sexuales, con lo que es más fácil lograr que salga de su escondite (normalmente un arrecife de coral). Luego, al igual que otros caracoles cónicos, arponea al gusano y le inyecta el veneno a base de péptidos. Por último, se lo lleva a la boca y comienza a devorarlo.

El estudio, titulado “Small-molecule Mimicry Hunting Strategy in the Imperial Cone Snail, Conus Imperialis,” se publica en la revista académica Science Advances.

Noticias

Síguenos en redes