¿Dinosaurios y lechuzas? Así se asemejaban algunas especies a las aves que hoy conocemos

Redacción

Prácticamente en todos los hábitats de la Tierra viven pájaros. De entre las aproximadamente 10.000 especies de aves que existen en la actualidad, solo unas pocas tienen adaptaciones que les permiten cazar en la oscuridad de la noche presas activas. Una pregunta planteada hace mucho tiempo y que ha venido careciendo de respuesta es la de si algunos de los dinosaurios terópodos (el grupo que dio origen a las aves modernas) tenían adaptaciones sensoriales similares.

Un nuevo estudio realizado por el equipo de Jonah Choiniere, de la Universidad de Witwatersrand en Johannesburgo, Sudáfrica, se propuso comparar las capacidades de visión y audición de los dinosaurios con las de las aves. Los investigadores utilizaron escaneos mediante tomografía computarizada y mediciones detalladas de estructuras anatómicas para recopilar información sobre el tamaño relativo (con respecto al cuerpo) de los ojos y el oído interno de casi 100 especies de aves vivas y dinosaurios extintos.

Para medir la capacidad auditiva, el equipo midió la longitud de la lagena, el órgano que procesa la información sonora entrante (y que equivale a la cóclea en los mamíferos). La lechuza común, que puede cazar en completa oscuridad utilizando solo el oído, tiene la lagena proporcionalmente más larga de entre todas las aves.

Para evaluar la visión, el equipo observó el anillo esclerótico, una serie de huesos que rodean la pupila. Al igual que la lente de una cámara, cuanto mayor sea la apertura de la pupila, más luz podrá entrar, lo que permite una mejor visión nocturna. Midiendo el diámetro del anillo, los científicos pudieron saber cuánta luz puede recoger el ojo.

El equipo descubrió que muchos terópodos carnívoros, como el Tiranosaurio y el Dromaeosaurio, tenían una visión optimizada para el día y un oído mejor que la media, presumiblemente para ayudarles a cazar. Sin embargo, un diminuto terópodo llamado Shuvuuia deserti, que forma parte de un grupo conocido como alvarezsaurios, tenía tanto una capacidad auditiva como una capacidad de visión nocturna extraordinarias. La lagena extremadamente grande de esta especie es casi idéntica en tamaño relativo a la de que tiene la lechuza actual, lo que sugiere que el Shuvuuia deserti podía cazar en completa oscuridad.

Los ojos del Shuvuuia deserti también resultan extraordinarios, ya que tenían algunas de las pupilas proporcionalmente más grandes que se han medido en aves o en dinosaurios, lo que sugiere que probablemente podían ver muy bien de noche.

El Shuvuuia deserti era un dinosaurio pequeño, del tamaño de un pollo, y vivía en los desiertos de lo que hoy es Mongolia.

El esqueleto fosilizado del Shuvuuia nos muestra a uno de los más extraños dinosaurios: un cráneo frágil, parecido al de un pájaro; brazos robustos muy musculosos con una sola garra en cada mano; y piernas largas muy apropiadas para correr rápido y parecidas a las patas de los correcaminos. Esta extraña combinación de características ha desconcertado a los científicos desde el descubrimiento del animal en la década de 1990.

Con los nuevos datos sobre los sentidos del Shuvuuia, el equipo científico plantea la hipótesis de que, al igual que muchos animales del desierto, el Shuvuuia buscaba comida por la noche, utilizando su oído y su visión para encontrar presas como pequeños mamíferos e insectos, empleando sus largas patas para correr rápidamente hacia esos animales y utilizando sus fuertes

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