Con esta tecnología personas discapacitadas ya podrán usar su smartphone ¡y escribir con la mente!

Redacción

Una singular combinación de esfuerzo mental y tecnología punta ha permitido a un hombre, con las extremidades y otras partes de su cuerpo inmovilizadas, comunicarse por texto a velocidades que rivalizan con las de las personas comunes (sin discapacidad) cuando redactan mensajes de texto en un smartphone.

La parte técnica de la hazaña es obra del equipo del neurocirujano Jaimie Henderson, profesor en la Universidad de Stanford en California, Estados Unidos.

Estos investigadores han acoplado un software de inteligencia artificial a un dispositivo, concretamente una interfaz cerebro-ordenador, implantado en el cerebro del citado hombre con parálisis corporal completa. Para comunicarse, el hombre se imagina escribiendo a mano lo que desea que aparezca escrito en la pantalla. El software interpreta las señales, que son órdenes de movimiento para la mano y los dedos, y que le llegan del cerebro a través de la interfaz cerebro-ordenador, y va agregando las letras correspondientes en la pantalla. De este modo, el sistema convierte rápidamente en texto real en una pantalla de ordenador los pensamientos del hombre sobre escritura a mano.

Utilizando el nuevo sistema, el hombre fue capaz de escribir más del doble de rápido de lo que podía cuando usaba un método anterior desarrollado por los investigadores de la Universidad de Stanford y dado a conocer públicamente en 2017.

Los buenos resultados del nuevo método podrían conducir a avances adicionales que beneficien a los millones de personas en el mundo que sufren parálisis profunda y que además no pueden hablar. Se llega a esta situación de discapacidad por diversas causas, entre ellas lesiones de médula espinal, derrames cerebrales y esclerosis lateral amiotrófica, también conocida como enfermedad de Lou Gehrig.

El participante en el estudio produce texto a un ritmo de unas 18 palabras por minuto. En comparación, las personas de su misma edad pero sin discapacidad pueden teclear unas 23 palabras por minuto en un smartphone.

El participante, a quien por respeto a su privacidad se identifica solo como “T5”, perdió prácticamente todo el movimiento por debajo del cuello debido a una lesión de la médula espinal en 2007. Nueve años después, Henderson colocó dos diminutos chips de interfaz cerebro-ordenador en el lado izquierdo del cerebro de T5. Cada chip tiene 100 electrodos que recogen las señales disparadas por las neuronas en la parte de una región cerebral (la corteza motora) que gobierna los movimientos de las manos.

Estas señales neuronales se envían a través de cables a un ordenador, donde unos algoritmos de inteligencia artificial descodifican las señales y deducen a qué letras corresponden las órdenes mentales de movimiento de la mano y de los dedos de T5.

Los algoritmos se diseñaron en un laboratorio de la universidad dirigido por Henderson y Krishna Shenoy.

Shenoy y Henderson llevan colaborando en interfaces cerebro-ordenador desde 2005.

Shenoy, Henderson y sus colegas han publicado los detalles técnicos de su avance en la revista académica Nature, con el título de “High-performance brain-to-text communication via handwriting”.

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