¿Pinotepa Nacional… eres tú? Vivir en Marte, ya no parece buena idea y esta es la razón

Redacción

El sismómetro SEIS (Seismic Experiment for Interior Structure) de la sonda espacial InSight, posada desde 2018 en la región marciana de Elysium Planitia, completó su primer año marciano de recolección continua de datos, y el análisis de esta información ha revelado algunas sorpresas entre los más de 500 terremotos marcianos detectados hasta ahora.

El equipo de Savas Ceylan, del Instituto Federal Suizo de Tecnología en Zúrich (ETH), que trabaja en el análisis y catalogación de los terremotos marcianos detectados desde la InSight, ha presentado las últimas conclusiones de esta línea de investigación en un congreso de la Sociedad Sismológica de América (SSA).

Los terremotos marcianos difieren de los terremotos de la Tierra en diversos aspectos. Para empezar, son mucho más pequeños que los terremotos de la Tierra, y el mayor terremoto marciano registrado a distancias telesísmicas ronda la magnitud 3,6.

SEIS es capaz de detectar estos pequeños seísmos porque el ruido sísmico de fondo en Marte suele ser mucho menor que el de la Tierra, en buena parte porque en Marte no hay el temblor constante que produce el oleaje marítimo.

Durante gran parte del año marciano (687 días terrestres, lo que Marte tarda en dar una vuelta entera alrededor del Sol), desde alrededor del atardecer hasta el amanecer, la atmósfera marciana se vuelve muy tranquila, por lo que tampoco hay vibraciones en la zona. Además, los sensores están optimizados y blindados para funcionar en condiciones marcianas severas, como las impuestas por temperaturas extremadamente bajas y las derivadas de las fluctuaciones extremas diurnas de temperatura.

Los terremotos de Marte también se presentan en dos clases distintas: seísmos de baja frecuencia con ondas sísmicas que se propagan a varias profundidades en el manto del planeta, y seísmos de alta frecuencia con ondas que parecen propagarse a través de la corteza. En términos de cómo decae la energía sísmica a lo largo del tiempo, los seísmos de baja frecuencia se parecen más a los terremotos comunes de la Tierra en los que las sacudidas desaparecen con relativa rapidez. En cambio, los seísmos de alta frecuencia se asemejan a los terremotos lunares al persistir durante períodos más largos.

La gran mayoría de los seísmos son de alta frecuencia y ocurren a cientos de kilómetros de distancia del módulo de aterrizaje. Y aquí está el primer misterio: “No nos queda muy claro cómo estos seísmos pueden limitarse solo a la energía propia de la alta frecuencia (solo en la corteza) mientras se producen a distancias tan grandes”, confiesa Ceylan. Otro rasgo extraño es que, además, la abundancia de estos seísmos parece variar a lo largo del año marciano, lo cual es un patrón que no conocemos en absoluto en la Tierra.

Solo un puñado de terremotos marcianos tienen una clara llegada de fase sísmica (el orden en que los diferentes tipos de ondas sísmicas llegan a un lugar), lo que permite a los investigadores calcular la dirección y la distancia de la que proceden las ondas. Todos estos terremotos marcianos se originan en una zona hundida de la superficie llamada Cerberus Fossae, a más de 1.500 kilómetros de distancia de la InSight.

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