¿Godzilla eres tú? Comprueban la existencia de seres extraterrestres

Redacción

El subsuelo marino constituye uno de los ecosistemas más grandes y menos estudiados de la Tierra. Aunque se sabe que allí abajo hay vida sobreviviendo sin más ayuda que la de los fluidos, las rocas y los sedimentos que componen el subsuelo marino, los científicos saben muy poco sobre las condiciones y la energía necesarias para mantener esa vida.

Un equipo de investigación dirigido desde la Universidad Estatal de Arizona (ASU) y el Instituto Oceanográfico de Woods Hole (WHOI), ambas instituciones en Estados Unidos, se propuso aprender más sobre este ecosistema y los microbios que existen en él.

Para estudiar este ecosistema tan poco accesible para el ser humano, Elizabeth Trembath-Reichert de la ASU y sus colegas eligieron un lugar llamado North Pond en el lado occidental de la cadena montañosa submarina conocida como Dorsal del Atlántico Medio, una de las más largas del mundo.

Durante décadas, North Pond, a una profundidad de más de 4.500 metros, ha sido un lugar importante para los científicos que investigan el medio oceánico de gran profundidad. Recientemente, miembros del programa IODP (International Ocean Discovery Program) perforaron cientos de metros a través del sedimento y la corteza, con el fin de crear puntos de acceso para estudiar la vida y la química del subsuelo marino.

El equipo de Trembath-Reichert extrajo las muestras de fluidos de la corteza a través de esos puntos de acceso abiertos mediante perforación. La extracción se realizó con la ayuda del Jason II, un vehículo especialmente preparado para operar en aguas profundas y manejado por control remoto. El Jason II fue guiado desde el buque de investigación científica Atlantis.

Estas muestras del prístino y frío subsuelo marino basáltico se llevaron al laboratorio y se analizaron.

A través de los análisis de las muestras, el equipo descubrió que la comunidad microbiana del subsuelo es notablemente activa, a pesar de que su entorno tiene poca biomasa y es más bien pobre en carbono.

Uno de los descubrimientos más sorprendentes fue cómo los microorganismos utilizan el dióxido de carbono. Trembath-Reichert y sus colegas esperaban que los microorganismos utilizaran el dióxido de carbono de la misma forma que lo hacen las plantas, o sea “fijándolo” en otras formas de carbono orgánico que luego puedan utilizar para nutrirse y crecer. Pero los resultados sugieren que los microbios de este entorno aislado con pocos nutrientes son más hábiles que las plantas…

“Nuestra teoría es que estos microbios utilizan el dióxido de carbono directamente como bloque de construcción sin tener que convertirlo primero en una fuente de alimento”, explica Trembath-Reichert. “Y esto podría tener importantes implicaciones para el ciclo del carbono en las profundidades del océano”.

El estudio se titula “Multiple carbon incorporation strategies support microbial survival in cold subseafloor crustal fluids”. Y se ha publicado en la revista académica Science Advances.

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