Chulada de la arquitectura: El acueducto de Constantinopla sigue dando de qué hablar

Redacción

Los acueductos son ejemplos muy impresionantes del arte de la construcción en el Imperio Romano. Incluso hoy en día, es posible obtener de ellos enseñanzas de tipo técnico, práctico y estético sobre su construcción y uso. Una investigación reciente ha sacado a la luz nuevos datos sobre cómo se diseñó el acueducto de Constantinopla, de 426 kilómetros de largo, y cómo se hacía su mantenimiento.

En algunos aspectos, el Imperio Romano se adelantó a su tiempo, destacando sobre todo su interés visionario en construir infraestructuras duraderas. Esto incluye una densa red de carreteras e impresionantes puertos y minas. Sin embargo, el logro técnico más innovador del Imperio Romano reside en su gestión del agua, en particular sus acueductos de larga distancia que llevaban el agua a las ciudades y a otros asentamientos o instalaciones.

Casi todas las ciudades importantes del Imperio Romano disponían de un amplio suministro de agua dulce. Estos acueductos son conocidos sobre todo por sus impresionantes puentes, como el Pont du Gard, en el sur de Francia, que, como otros, sigue en pie después de dos milenios. Pero los acueductos impresionan aún más por las dificultades de construcción que los ingenieros del Imperio romano tuvieron que resolver, dificultades que obligarían a pensar mucho incluso a los ingenieros de hoy en día.

Hasta la fecha se conocen más de 2.000 acueductos romanos de largo recorrido, y se estima que muchos más están pendientes de ser descubiertos.

El equipo de la geoarqueóloga Gül Sürmelihindi, de la Universidad Johannes Gutenberg en Maguncia, Alemania, ha investigado el acueducto más espectacular de la época final de la Antigua Roma, el de Constantinopla, ahora Estambul en la actual Turquía.

En el año 324 de nuestra era, el emperador romano Constantino el Grande convirtió a Constantinopla en la nueva capital del Imperio Romano. Aunque la ciudad se encuentra en una encrucijada geopolítica importante de rutas terrestres y marítimas, el suministro de agua dulce era un problema. Por ello, se construyó un nuevo acueducto para abastecer a Constantinopla desde manantiales situados a 60 kilómetros al oeste. A medida que la ciudad crecía, este sistema se amplió en el siglo V a manantiales situados incluso a 120 kilómetros de la ciudad en línea recta. Esto dio al acueducto una longitud total de al menos 426 kilómetros, convirtiéndolo en el más largo del mundo antiguo.

Sürmelihindi, Cees Passchier de la Universidad Johannes Gutenberg y sus colegas estudiaron los depósitos de carbonato de este acueducto, es decir, la capa calcárea que se formaba poco a poco en la superficie interna del canal por la acumulación de sedimentos transportados en el agua. Las características de esta capa pueden utilizarse para obtener información importante sobre la gestión del agua y las condiciones ambientales en aquella época. Los investigadores descubrieron que todo el sistema del acueducto solo contenía finos depósitos de carbonato, lo que representa unos 27 años de uso. Sin embargo, por la documentación de la ciudad se sabe que el sistema de acueducto funcionó durante más de 700 años, hasta al menos el siglo XII. Esto significa que en todo el acueducto debieron realizarse tareas de mantenimiento y limpieza en tiempos del Imperio Bizantino, incluso poco antes de que dejara de funcionar, tal como argumenta Sürmelihindi. Los depósitos de carbonato que no se retiran pueden seguir creciendo hasta bloquear todo el suministro de agua. Por eso es necesario eliminarlos de vez en cuando.

Limpiar y reparar un canal de 426 kilómetros implica que no se pueda utilizar durante semanas o meses, mientras que la población de la ciudad depende de su suministro de agua. ¿Cómo se evitaba este problema? El equipo de Sürmelihindi ha encontrado la respuesta: ella y sus colegas hallaron que un tramo de 50 kilómetros de la parte central del sistema de suministro de agua fue construido de manera duplicada, con un canal encima del otro, discurriendo sobre puentes de dos pisos.

Parece evidente que este sistema se estableció para permitir las operaciones de limpieza y mantenimiento sin tener que interrumpir el flujo de agua. Mientras se limpiaba un canal del acueducto, el otro estaba de servicio. Ello permitía tener al acueducto en funcionamiento constante.

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