¡Zorro, no te lo lleves! El experimento que hizo crecer cerebros de zorro

Redacción

Un experimento, en marcha desde 1958, trata de replicar la domesticación natural de los lobos que condujo a los perros domésticos. Para emular aquel proceso, los responsables del experimento se valen de la crianza selectiva de dos cepas de zorros plateados para que cada una de ellas tenga un tipo concreto de conducta. Los científicos crían un linaje para que sus miembros sean mansos y muestren comportamientos similares a los de los perros con las personas, como lamer y mover la cola cariñosamente. El otro linaje se cría para que reaccione con agresividad ante el contacto humano. Un tercer linaje se cría sin ningún tipo de selección orientada a promover un comportamiento específico; es lo más parecido posible a una población local salvaje. Este tercer grupo sirve como referencia para comparar con él a los otros dos grupos.

Cuando, hace varios años, Erin Hecht, de la Universidad Harvard en Estados Unidos, supo de la existencia de dicho experimento, este la fascinó de inmediato. Y se sintió intrigada ante los posibles cambios en la anatomía cerebral derivados de este proceso de evolución artificial.

Tiempo después, inició una colaboración con los científicos al cargo del experimento para estudiar los cerebros de los zorros.

Mediante el análisis de escaneos de los cerebros de los zorros realizados con resonancia magnética, Hecht y sus colegas han demostrado que tanto los zorros criados para ser mansos como los criados para ser agresivos tienen cerebros más grandes y con más materia gris que el cerebro de los zorros no criados para ningún comportamiento en particular. Estos resultados difieren totalmente de los de investigaciones previas sobre pollos, ovejas, gatos, perros, caballos y otros animales. En tales estudios, se determinó que las especies domesticadas tienen cerebros más pequeños, con menos materia gris, que sus antepasados salvajes.

El equipo que ha realizado el nuevo estudio, integrado por investigadores de las universidades Harvard, de Illinois en Urbana-Champaign, Emory y Cornell, así como del Instituto Ruso de Citología y Genética, cree haber encontrado una explicación para el aumento del tamaño y la materia gris, pero aún no puede asegurar por qué ocurre esto sin investigar más. Su principal hipótesis se centra en que tanto el linaje manso como el agresivo han sido criados para comportamientos específicos, en un tiempo más acelerado que el invertido tradicionalmente en la domesticación de muchos otros animales. Los perros, por ejemplo, han sido domesticados durante miles de años.

Tanto el linaje manso como el agresivo han sido sometidos a una selección intensa y sostenida del comportamiento, mientras que el linaje convencional no está sometido a esa selección intencionada y fuerte. Por lo tanto, es posible que la evolución rápida del comportamiento, al menos al principio, ocurra en general a través del aumento de la materia gris.

Al analizar los escaneos por resonancia magnética, el equipo de investigación se dio cuenta de otra sorpresa: las similitudes en la forma en que cambiaban los cerebros de los zorros agresivos y los de los mansos. Ambos, por ejemplo, mostraban un aumento de muchas de las mismas regiones de materia gris, como la corteza prefrontal, la amígdala, el hipocampo y el cerebelo. Todo ello a pesar de que los zorros fueron criados para potenciar comportamientos opuestos.

Los investigadores creen que los resultados del estudio sugieren que las ideas comúnmente aceptadas sobre los cambios cerebrales en la domesticación pueden necesitar una revisión, y que los cerebros de otros animales, incluidos los humanos, pueden haber pasado por cambios morfológicos abruptos similares durante las épocas en que se produjo una selección repentina del comportamiento, promovida por ejemplo por cambios rápidos en el entorno o en el clima.

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