El paradero del uranio para las bombas atómicas nazis de la Segunda Guerra Mundial

Redacción

Durante la Segunda Guerra Mundial, la Alemania nazi y Estados Unidos se apresuraron a desarrollar tecnología nuclear. Antes de que Alemania lo consiguiera, las fuerzas aliadas desbarataron el programa y confiscaron algunos de los cubos de uranio que constituían el núcleo de sus incipientes dispositivos nucleares. Se desconoce el destino final de la mayor parte de ese uranio, pero unos pocos cubos que se cree que están relacionados con el programa se encuentran en Estados Unidos y Europa. Recientemente, se ha puesto en marcha una investigación cuyo objetivo es verificar la procedencia de estos cubos de uranio. Las nuevas técnicas que están siendo desarrolladas y perfeccionadas para los análisis también podrían ayudar en las investigaciones sobre el tráfico ilícito de material nuclear.

 

Uno de los cubos de uranio de procedencia supuestamente nazi está en el Laboratorio Nacional estadounidense del Noroeste del Pacífico, pero hoy en día nadie de esa institución tiene claro cómo llegó hasta allí, ni se tiene plena certeza de que el cubo realmente provenga del proyecto nazi de bomba atómica. La misma incertidumbre ha venido existiendo respecto a otros cubos custodiados en otras instituciones.

 

Un equipo que incluye, entre otros, a Jon Schwantes y Brittany Robertson, ambos del Laboratorio Nacional del Noroeste del Pacífico (PNNL), dependiente del Departamento de Energía de los Estados Unidos, está llevando a cabo una investigación para verificar el origen de estos cubos de uranio.

 

A principios de la década de 1940, varios equipos científicos alemanes competían para lograr usar la fisión nuclear en la producción de plutonio a partir del uranio con fines bélicos. Entre los equipos se encontraba el de Werner Heisenberg, inicialmente en Berlín, y el de Kurt Diebner, en Gottow. Se forjaron cubos de uranio, de unos 5 centímetros de lado para alimentar los reactores nucleares experimentales en estos lugares. Cientos de cubos se colgaban de cables sumergidos en agua “pesada”, en la que el deuterio sustituye al hidrógeno que es más ligero. Los científicos alemanes esperaban que la desintegración radiactiva del uranio en los conjuntos desencadenara una reacción nuclear en cadena autosostenida, pero el diseño fracasó.

 

Las fuerzas militares estadounidenses y británicas confiscaron parte de los cubos de uranio de Heisenberg en 1945, y más de 600 de estos cubos fueron enviados a Estados Unidos. Algunos probablemente se usaron en el desarrollo de armamento nuclear estadounidense. Otros (pocos) pertenecen a coleccionistas y a instituciones, entre ellas el PNNL. Se desconoce el paradero de los demás cubos, incluidos cientos de cubos del grupo de Diebner.

 

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Brittany Robertson con un cubo de uranio de procedencia supuestamente nazi, encerrado dentro de una carcasa protectora. (Foto: Andrea Starr / PNNL)

 

Para comprobar el origen del cubo del PNNL, el equipo de Schwantes y Robertson está modificando algunas técnicas analíticas y combinándolas con otras ya establecidas. Una herramienta importante es la radiocronometría, la versión para el sector nuclear de una técnica que los geólogos utilizan para determinar la edad de las muestras basándose en el contenido de isótopos radiactivos.

 

Cuando los cubos se fundieron por primera vez, contenían uranio metálico bastante puro. Con el paso del tiempo, la desintegración radiactiva ha ido transformando parte del uranio en torio y protactinio. Robertson está adaptando un procedimiento de radiocronometría para separar y cuantificar mejor estos elementos en el cubo del PNNL. Sus concentraciones relativas mostrarán cuánto tiempo hace que se fabricó el cubo. También está ajustando este método para analizar las impurezas de elementos de tierras raras en el objeto. Estas podrían revelar de dónde se extrajo el uranio original, lo que podría indicar si el cubo se fabricó para el grupo de Heisenberg o para el de Diebner.

 

Otras vías de análisis están siendo exploradas también, incluyendo los recubrimientos de los cubos, que los científicos alemanes aplicaron para limitar la oxidación.

 

Esta investigación ha sido presentada públicamente en un congreso de la ACS (American Chemical Society, o Sociedad Química Estadounidense).

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