Unos vientos de la Gran Mancha Roja de Júpiter se están acelerando

Redacción

 

La Gran Mancha Roja es una colosal tormenta que lleva siglos activa en Júpiter. Las enormes nubes rojas de la tormenta giran en sentido contrario al de las agujas del reloj, con velocidades que superan los 650 kilómetros por hora.

 

Los astrónomos llevan estudiando sistemáticamente a la “reina” de las tormentas de nuestro sistema solar desde la década de 1870. Y esporádicamente, desde mucho antes. La Gran Mancha Roja alberga un afloramiento de material procedente del interior de Júpiter. Vista lateralmente, la tormenta tendría una estructura parecida a la de una tarta de bodas escalonada.

 

A través de observaciones que abarcan más de un siglo, los astrónomos han observado que su tamaño se está reduciendo y que su forma se está volviendo más circular que ovalada.

 

El diámetro actual de la Gran Mancha Roja es de 16.000 kilómetros, lo que significa que la Tierra aún podría caber en su interior.

 

Los vientos en el “carril” más externo de la Gran Mancha Roja se están acelerando. Este descubrimiento solo ha sido posible gracias al telescopio espacial Hubble de la NASA y la ESA, que ha monitorizado el planeta durante más de una década.

 

Al analizar una serie temporal de datos reunidos por el telescopio espacial Hubble, el equipo de Michael Wong, de la Universidad de California en Berkeley, Estados Unidos, descubrió que la velocidad media del viento cerca del borde de la tormenta, una zona conocida como anillo de alta velocidad, ha aumentado hasta un 8 por ciento desde 2009 hasta 2020. Por el contrario, los vientos en la región más interna de la mancha roja se mueven significativamente más despacio.

 

“Cuando vi los resultados por vez primera, me pregunté: “¿Tiene esto sentido?”, confiesa Wong.

 

¿A qué se deben estos cambios de velocidad? Por ahora, nadie lo sabe.

 

“Es difícil de diagnosticar lo que ocurre, ya que el Hubble no puede ver muy bien el fondo de la tormenta. Todo lo que está por debajo de la cima de las nubes es invisible en los datos”, explica Wong. “Pero esos cambios son una pista interesante que puede ayudarnos a descubrir qué está alimentando a la Gran Mancha Roja y cómo ella conserva energía”.

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