Examinando en laboratorios de la Tierra muestras del asteroide Ryugu

Redacción

 

Aunque no es raro que las naves enviadas a estudiar la superficie de otros mundos posean la capacidad de realizar análisis químicos de muestras del terreno que investigan, su poder escrutador queda muy por detrás del que poseen los laboratorios más sofisticados de la Tierra. Transportar muestras de esos otros mundos a la Tierra permite analizarlas en tales laboratorios.

 

La sonda espacial japonesa Hayabusa 2 partió de la Tierra el 3 de diciembre de 2014. Llegó al asteroide Ryugu el 27 de junio de 2018. Pasó un año y medio explorándolo, en una misión que incluyó el envío de varios vehículos de descenso a la superficie y la recogida de muestras del suelo que realizó la propia Hayabusa 2.

 

La nave partió de Ryugu el 12 de noviembre de 2019. En diciembre de 2020 se acercó lo suficiente a la Tierra para liberar la cápsula con las muestras a fin de que reentrase en la atmósfera terrestre y aterrizase. La maniobra tuvo éxito y el 5 de diciembre la cápsula se posó en una zona desértica del sur de Australia sin apenas población, siendo recuperada sin problemas.

 

El material extraterrestre ha sido repartido entre diversos laboratorios equipados con el instrumental más sofisticado, dentro y fuera de Japón. Uno de los centros que ha recibido muestras y las está estudiando es el Laboratorio Nacional estadounidense de Argonne.

 

Aquí, Esen Ercan Alp dirige el equipo de investigación que utiliza los rayos X ultrabrillantes del APS (Advanced Photon Source), una gigantesca máquina para escanear la materia de un modo que en muy pocas instalaciones del mundo puede hacerse.

 

“Esto es muy emocionante”, confiesa Alp. “Llevamos dos años preparándonos para este proyecto. Hemos estado practicando nuestras técnicas de rayos X con muestras de meteoritos que cayeron en la Tierra, pero eran solo un ensayo para la situación real”.

 

De entre todas las instalaciones del mundo que los responsables de la misión japonesa han elegido para estudiar estos fragmentos de Ryugu, el APS es la única en Estados Unidos. La elección del APS se debe a una técnica particular de rayos X en la que Alp y sus colegas están especializados: la espectroscopia Mössbauer. Esta técnica, que lleva el nombre del físico alemán Rudolf Mössbauer, es muy sensible a los pequeños cambios en la química de las muestras y permite a los científicos determinar la composición química de estos fragmentos partícula a partícula.

 

Se trata de una técnica que el Laboratorio de Argonne lleva desarrollando desde los años 60, y el laboratorio es un líder mundial en su uso.

 

El equipo de investigación, que también incluye a Barbara Lavina (de la Universidad de Chicago y del Laboratorio de Argonne), ya ha sometido muestras a diversos análisis.

 

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