A este pájaro no se le olvidaría dónde ha dejado las llaves

Redacción

Las aves de la especie Poecile gambeli, con un peso corporal de tan solo unos 15 gramos en la adultez, tienen una memoria espacial portentosa, muy superior a la humana en lo que se refiere a recordar dónde están los miles de escondrijos en los que han ocultado comida para consumirla durante el invierno. Si los humanos poseyéramos esta capacidad, nunca olvidaríamos dónde hemos dejado las llaves u otro objeto cotidiano. Una investigación reciente ha profundizado en la biología que hay tras la memoria de esta especie de ave.

Si la selección natural (la supervivencia del más apto) ha estado forjando la memoria de esta especie aviar, deben cumplirse ciertos criterios. Tiene que haber variación en el rasgo: algunos individuos han de ser mejores que otros al recordar las ubicaciones de sus escondrijos. Los pájaros más eficientes en una tarea de memoria espacial deben tener mayores probabilidades de sobrevivir y producir descendencia. Además, es importante que la variación del rasgo tenga una base genética.

Un equipo que incluye, entre otros, a Carrie Branch, del Laboratorio de Ornitología en la Universidad Cornell, y Vladimir Pravosudov, de la Universidad de Nevada en Reno, ambas instituciones en Estados Unidos, ha constatado que hay un componente genético esencial para la extraordinaria memoria de los pájaros Poecile gambeli.

“El entorno es muy importante a la hora de moldear el comportamiento, pero nuestro trabajo sugiere que los genes pueden crear las estructuras cerebrales, y que luego la experiencia y el aprendizaje se pueden basar en ellas”, explica Branch.

Branch, Pravosudov y sus colegas midieron la memoria de cada uno de 42 pájaros Poecile gambeli de una población en las montañas de Sierra Nevada, en California. Colocando etiquetas del tamaño de un grano de arroz a los animales y usando con ellos comederos inteligentes capaces de identificar a cada individuo por su etiqueta electrónica, fue posible contabilizar el porcentaje de memorizaciones exitosas de cada individuo.

Luego se procedió a secuenciar el genoma de cada individuo.

Al analizar los genomas y cotejar las diferencias entre ellos y las diferencias en la capacidad de memorización, el equipo de investigación detectó cientos de diferencias genéticas asociadas a la memoria espacial. Muchas de las variaciones en los genomas aparecieron en áreas de las cuales se sabe que están asociadas al aprendizaje, la memoria y el desarrollo de neuronas en el cerebro.

El estudio se titula “The genetic basis of spatial cognitive variation in a food-caching bird”. Y se ha publicado en la revista académica Current Biology.