Descifrando las subestructuras de los confines de la Vía Láctea

Redacción

 

La estructura general de nuestra galaxia la Vía Láctea es compleja porque desde su formación ha incorporado en su interior a galaxias más pequeñas que han acabado fusionándose con la nuestra y también ha captado como satélites a otras que ahora se mueven en los confines de la Vía Láctea. Un nuevo mapa de nuestra galaxia está ayudando a descifrar la historia de estas galaxias enanas.

 

Un equipo internacional de astrónomos dirigido por el investigador Chervin Laporte, del Instituto de Ciencias del Cosmos de la Universidad de Barcelona (ICCUB-IEEC), ha publicado un nuevo mapa del disco exterior de la Vía Láctea utilizando datos de la misión espacial Gaia.

 

«Hasta ahora, no se había explorado mucho esta región de la Vía Láctea debido a la interferencia del polvo que hay en medio y que ensombrece la mayor parte del plano medio galáctico», explica Chervin Laporte, coautor del estudio que incluye al mapa. «Aunque el polvo afecta a la luminosidad de las estrellas, no tiene efectos en el movimiento estelar. Por tanto, podemos utilizar el movimiento de las estrellas para obtener una tomografía de las regiones más extensas de la galaxia», añade el investigador del ICUCB. El equipo analizó los datos de movimiento del último catálogo de Gaia, disponibles a partir de diciembre de 2020, para identificar estructuras coherentes.

 

El mapa revela la existencia de muchas estructuras filamentosas de rotación coherente en la parte exterior del disco que hasta ahora eran desconocidas. También ofrece una visión global más nítida de las estructuras que ya se conocían anteriormente. Las simulaciones numéricas predicen la formación de estas estructuras filamentosas en el disco exterior a partir de interacciones en el pasado, pero los investigadores no esperaban la gran cantidad de subestructuras que se han podido observar en este nuevo mapa y que todavía son un misterio.

 

¿Qué podrían ser dichas estructuras filamentosas?

 

Nuestra galaxia está rodeada por cincuenta galaxias satélite y atrapó muchas más en el pasado. Ahora se cree que la galaxia enana Sagitario perturbó la Vía Láctea, lo que confirma los primeros modelos teóricos de Laporte. Sagitario ya había interactuado con otro intruso en el pasado: la galaxia enana llamada Salchicha de Gaia (Gaia Sausage), que ahora ha dispersado sus restos por el halo estelar. Los investigadores formularon la hipótesis de que estas estructuras delgadas son los restos de brazos de marea del disco de la Vía Láctea, excitados en distintos momentos por diversas galaxias satélite.

 

Laporte señala que en un estudio anterior ya mostró que una de las estructuras con forma de hilo en el disco exterior, llamada Corriente del Anticentro, tenía estrellas de más de 8.000 millones de años de antigüedad, «lo que la hace potencialmente demasiado antigua para haber sido causada solo por Sagitario, pero sí va más en línea con un origen como el de la Salchicha de Gaia». «Otra posibilidad —sugiere el experto— es que no todas estas estructuras sean realmente auténticas subestructuras del disco, sino que se deban a una proyección del movimiento que produce la ilusión óptica de que el disco está muy subestructurado».

 

El estudio se titula «Kinematics beats dust: unveiling nested substructure in the perturbed outer disc of the Milky Way». Y se ha publicado en la revista académica Monthly Notices of the Royal Astronomical Society.

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