Extraño astro con un potentísimo campo magnético en nuestro vecindario cósmico

Redacción

 

Un equipo de científicos dedicado a cartografiar ondas de radio en el universo ha descubierto en el cosmos un objeto astronómico inusual que libera una gigantesca ráfaga de energía una vez cada 18,18 minutos, y no se parece a nada que se haya visto antes. No es una estrella de neutrones normal ni tampoco una estrella enana blanca corriente. Ni siquiera encaja en el perfil de los magnetares conocidos.

 

Una enana blanca es una estrella que ha perdido la capacidad de sostener la fusión nuclear, lo que significa que ya no puede generar su propia energía. Las enanas blancas son la etapa final no catastrófica de la vida de las estrellas como nuestro Sol. Una enana blanca es el núcleo de material estelar residual, con una densidad muy grande, que queda después de haberse agotado el combustible disponible para las reacciones nucleares.

 

Una estrella de neutrones es otro tipo de cadáver de estrella. Su densidad es aún mayor que la de una enana blanca. Se forma en la etapa final catastrófica de la vida de las estrellas que son bastante más masivas que nuestro Sol. Tales estrellas terminan su existencia en una explosión del tipo conocido como supernova.

 

Los magnetares son estrellas de neutrones recién formadas que poseen un campo magnético de potencia enorme, muy superior al de las estrellas de neutrones normales.

 

El extraño objeto descubierto a unos 4.000 años-luz de distancia, emite un haz de radiación que cruza nuestra línea de visión, y aproximadamente durante un minuto de cada veinte, es una de las fuentes de radio más brillantes de nuestro cielo.

 

“Este objeto aparecía y desaparecía a lo largo de las horas durante nuestras observaciones. Fue algo completamente inesperado. Resultaba un tanto inquietante para un astrónomo porque no hay nada conocido en el firmamento que haga eso”, confiesa la astrofísica Natasha Hurley-Walker, de la Universidad Curtin en Australia y del Centro Internacional de Investigación Radioastronómica (ICRAR), miembro del equipo de investigación.

 

El objeto fue descubierto por Tyrone O’Doherty, de la Universidad Curtin, mediante observaciones realizadas desde el observatorio radiotelescópico MWA (Murchison Widefield Array), situado en una zona despoblada de Australia occidental, y empleando una nueva técnica desarrollada por él.

 

Los cambios tan drásticos en el brillo de objetos astronómicos a menudo se manifiestan con dos ritmos claramente diferenciados, uno lento y otro rápido.

 

El ritmo lento suele corresponder a supernovas. Aunque aumentan su brillo súbitamente, luego este disminuye a lo largo de meses hasta desaparecer.

 

El ritmo rápido suele corresponder a las estrellas de neutrones del tipo conocido como púlsar. Un púlsar es una estrella de neutrones que gira sobre sí misma tan deprisa que suele tardar mucho menos de 1 segundo en dar una vuelta completa. El púlsar emite, desde sus polos magnéticos, chorros de ondas electromagnéticas. Con la orientación adecuada respecto a la perspectiva visual desde la Tierra, la desalineación de los polos magnéticos del púlsar respecto de su eje de rotación hace que los chorros de radiación actúen como la luz de un faro marítimo, percibiéndose como destellos de segundos o fracciones de segundo de duración.

 

Encontrar un astro que experimenta cambios tan drásticos de brillo siguiendo un ritmo que no es ni el lento ni el rápido resulta muy desconcertante.

 

La conducta observada en el misterioso objeto astronómico parece encajar con lo que cabría esperar de un tipo de astro cuya existencia ha sido meramente teórica hasta ahora. Ese astro teórico se describe como un “magnetar de periodo ultralargo”.

 

De todos modos, nadie esperaba detectar directamente un magnetar de periodo ultralargo porque se consideraba imposible que resultase tan brillante. De alguna manera, el astro está convirtiendo la energía magnética en ondas de radio mucho más eficazmente que lo conseguido por cualquier otro astro conocido, tal como destaca Hurley-Walker al respecto.

 

Hurley-Walker y sus colegas exponen los detalles de su descubrimiento en la revista académica Nature, bajo el título “A radio transient with unusually slow periodic emission”.

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