La torpeza y la protesta

por Rafael Cardona

Todo gobierno encierra misterios. Esta no es una excepción. Uno de los más grandes arcanos en la Cuarta Transformación es la vigencia de Anita Vilchis en el sensible espacio de los desmentidos oficiales a los medios insumisos, cuyo contenido frecuentemente, se presenta como una falsedad o un conjunto de mentiras.

El recurso puede ser inteligente o no. Es parte de una estrategia de denostación permanente de los medios desarrollada por el actual presidente a lo largo de toda su carrera política. No tiene novedad, pero en los últimos días, al parecer, tampoco utilidad.

Lo único extraño es la deficiencia en el servicio prestado al gobierno por parte la señora Anita Vilchis, quien, para decirlo con simpleza, no hace la “o” con un canuto. No da pie con bola.

¿No hay en todo Morena una verdadera experta o experto en medios, capaz de pulverizar las deficiencias de una información periodística? ¿Vamos, no hay siquiera quien sepa leer un “power point” o una cuartilla de corrido?

Sus errores de lectura, sus tropiezos en la presentación de las láminas con las cuales ilustra sus ejemplos, mueven a la pena ajena. Pero ayer, con su vehemente defensa de la libertad de expresión y los anacrónicos ejemplos de cómo fue vulnerada en otros tiempos, solamente logró descobijar la estrategia presidencial de exhibir datos personales para desprestigiar a un periodista incómodo, sin importar las violaciones legales.

El presidente ha dicho reiteradamente: los documentos sobre Loret de Mola me fueron proporcionados por “la gente”. Me los hicieron llegar, como si fuera tan sencillo meter un sobre con información por debajo de la puerta del despacho presidencial en el Palacio Nacional, o a sus manos llegara todo cuanto se deja –¿sin registro ni remitente? –, en la Oficialía de Partes.

Esa no se la traga nadie. Hay anónimos con firma. Este fue uno de ellos.

Y la señora Vilchis lo ha confirmado: se trató de información oficial. No de mensajes espontáneos. Esto dijo la cazadora de gazapos.

“…Cuando hoy se grita ‘¡censura!’, cuando lo único que ocurrió fue una conferencia donde el presidente replicó a una nota falsa, mostró la información oficial y exhibió al medio que mintió, se está invocando su nombre en vano. Censura son los cierres de periódicos, la eliminación de frecuencias o páginas de internet, el encarcelamiento de difusores de información, como Julián Assange (me doy)…; son las 37 veces que Filomeno Mata fue a la cárcel por pedir sufragio efectivo desde el Diario del Hogar.

“Son los 300 arrestos de Daniel Cabrera por opinar contra Porfirio Díaz desde El Hijo de Ahuizote y El Colmillo Público, no que se desmienta a Loret y a López-Dóriga…”

Pues hasta donde se sabe la Casa Gris no es un invento. El medio no mintió y el legajo para denostar a mexicanos contra la Corrupción y Latinus, es INFORMACIÓN OFICIAL.

Si es oficial ¿cómo la obtuvo el mensajero del pueblo bueno? La única explicación es la deliberada filtración desde las fuentes fiscales o el descuido en el resguardo de tales datos personales. En ambos casos se estaría violando la ley.

Pero, en fin, gracias a esta ineptitud, ahora lo confirmamos: la información oficial fue sometida al camuflaje de una aportación ciudadana.

Pero hasta en eso terminan tirando el tepache.

PROTESTA MAÑANERA

“Ayer hubo un par de acciones en la Cámara de Diputados y en el Senado de compañeras y compañeros periodistas que se manifestaron, no para respaldar a un periodista en particular, sino para gritar a los cuatro vientos que nos queremos con vida y en solidaridad por los periodistas caídos, desde Calderón hasta nuestros días.

“En función de ello, presidente, la mayoría de quienes estamos aquí platicando esto que sucedió ayer, queremos, con todo respeto, decirle que este día no le queremos formular preguntas en solidaridad con estas acciones…”

Cómo diría el clásico: ¡Sopas!

 

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