Escapó de los nazis y ahora tuvo que huir también de los rusos: una vida entre el Holocausto y el sitio de Mariupol

Redacción

En un hotel colmado de refugiados ucranianos al norte de Tel Aviv y en ocasión del día en recuerdo de las víctimas del Holocausto, Giandi Dubin, sobreviviente del sitio de Mariupol, relata las dos veces que la guerra destrozó su vida: perseguido por los nazis recién nacido y, con 81 años, bombardeado por los rusos.

”Cuando la guerra comenzó, y los rusos empezaron a bombardear Mariupol con saña, no podía creer estar en ese estado de desamparo y angustia que provoca una guerra otra vez”, cuenta Dubin, quien hace solo diez días que salió de Ucrania y por fin se siente a salvo en Israel.


Dubin muestra con orgullo su carné de la Conferencia de Claims que le acredita como superviviente del Holocausto. Nació en 1941, en un sótano de la antigua Stalingrado (actual Volgogrado en Rusia), a donde sus padres fueron evacuados desde Mariupol cuando los nazis acechaban esa ciudad que siempre albergó una notable comunidad judía.

”Mi padre trabajaba en la fábrica metalúrgica de Mariupol, que era estratégica y vital para el Ejército rojo, por lo que evacuaron a toda la plantilla y sus familias en Stalingrado para que la fábrica siguiera funcionando”, explica Dubin en el hotel Park de Netanya, en la costa del centro de Israel, donde vive temporalmente con otros refugiados ucranianos judíos.

MEMORIA HISTÓRICA

Dubin es el protagonista del encuentro “Zikaron BaSalon” (Memoria en el salón), para contar su historia de supervivencia, una iniciativa que se repite desde hace once años en esta fecha, cuando Israel se pone de luto en el Día en Recuerdo de las Víctimas del Holocausto, que comienza el atardecer del 27 del mes nisán del calendario hebreo.

Dubin prosigue su relato emocionado sobre la primera vez que la guerra le obligó a huir, cuando todavía estaba en el vientre de su madre. Ella estaba al final de su embarazo cuando salieron de Mariupol, tras poner a salvo a sus dos hijos mayores mandándolos al Cáucaso con la abuela. Años después supieron que los nazis los mataron.

De Stalingrado fueron a Siberia y, no fue hasta 1948, ya terminada la II Guerra Mundial, que regresaron a Mariupol, en la costa del mar de Azov.

”Allí crecí y tuve una vida feliz. Me casé, tuve una hija de la que estoy muy orgulloso, trabajé como profesor de física en la universidad y compré una linda casa unifamilar en un barrio residencial a las afueras de Mariupol”, resume Dubin.

”Hasta que llegó otra guerra”, puntualiza después de una larga pausa para pasar a contar el infierno del cerco ruso a Mariupol, el capítulo más cruento de la guerra en Ucrania, donde se estima que han muerto más de 20.000 civiles y 100.000 siguen atrapados bajo las bombas.

”Era una ciudad llena de vida, parques y zonas verdes. Hoy todo es gris de ceniza y ruinas”, lamenta Dubin sobre la devastación de Mariupol, “ciudad inundada de cadáveres hoy otra vez, como ya pasó hace 80 años”.

”Es el mismo estado de desamparo que vivieron mis padres hace 80 años. Rezo para que la guerra termine y nadie tenga que vivir algo así nunca más”, señala.

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