PLAZA TLAXCALA

LE PESE A QUIEN LE PESE.

Lourdes Romero

Inicio mi comentario de esta semana agradeciendo a los directivos de El Periódico de Tlaxcala por la oportunidad de compartir mis puntos de vista con sus amables lectores.

En esta ocasión considero importante abordar los sucesos acontecidos en la capital del estado con motivo del 8M, Día Internacional de la Mujer.

Quienes tuvimos la posibilidad de caminar por el centro de la ciudad el pasado fin de semana pudimos apreciar las afectaciones ocasionadas la tarde del viernes 8 de marzo.

Es respetable que las personas que lo consideraron importante salieran a las calles a alzar la voz, y más aún que las autoridades estatales facilitaran su derecho a la libre manifestación.

Creo que la gran mayoría coincide en la necesidad de hacer frente a la violencia de género y a lograr una sociedad con condiciones de igualdad para mujeres y hombres.

También, que se revalore el papel de la mujer en la sociedad, y que se reconozca su contribución al desarrollo de nuestra sociedad.
Indudablemente, se requieren cambios y también más participación de las instituciones y todos los sectores para hacerlo posible.
Lo que no se entiende es la razón por la que se tuvo que afectar el patrimonio arquitectónico de las y los tlaxcaltecas. No se entiende cómo la destrucción en edificios públicos contribuye a “visibilizar” una lucha por la no violencia.

La evidencia en fotografías y videos que circulan en redes sociales, y que también quedó documentada en medios de comunicación, mostró que hombres jóvenes, con los rostros cubiertos, protagonizaron los actos vandálicos que costarán al erario más de un millón de pesos. Por supuesto, hubo también mujeres que, llevando al extremo su protesta, participaron en tan lamentables hechos.
La presencia policial fue realmente discreta, por lo que esas voces que acusan represión francamente están fuera de lugar, al igual que esos señalamientos que critican limitaciones a la libertad de expresión de las manifestantes por la colocación de vayas para proteger Palacio de Gobierno, un inmueble con más de cuatro siglos de historia.

¿Qué hubiera sido de este edificio si se hubiera dejado desprotegido? Seguramente hubiera corrido una suerte peor que las instalaciones del Congreso del Estado, donde los daños en fachadas y oficinas se calculan en al menos 250 mil pesos.

Al final se protegió a las mujeres, y se cuidó el patrimonio de los tlaxcaltecas. Y aunque haya quienes opinen que el operativo fue permisivo, se respetaron los derechos de todos, pues fue limpio y con saldo blanco, ya que, de las mujeres que participaron en las movilizaciones, ni una resultó lesionada ni en su persona ni en sus garantías.

Sin embargo, es lamentable que la convocatoria a una marcha pacífica y a una manifestación apartidista se incumpliera en su intención original, porque además hubo políticas que cayeron en la tentación de sacar raja electorera de esta situación.

Pero lo importante es que en Tlaxcala se respira libertad: libertad para manifestarse, libertad para expresarse, y libertad hasta para hacer campaña.

Como sociedad, podemos apreciar que nuestro estado sigue fiel a su tradición democrática, mediante el ejercicio de derechos y libertades de su gente, le pese a quien le pese.

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