“MÁS VALE PREVENIR QUE CURAR”.
Lourdes Romero
Inicio mi comentario de esta semana reflexionando sobre la importancia de los hábitos de higiene, tanto en el manejo, como en la preparación y el consumo de alimentos. Los recientes casos de Síndrome de Guillain-Barré en Tlaxcala advierten, justamente, la necesidad de ellos.
Nuestro estado consiguió notoriedad en el ámbito nacional por la alerta epidemiológica que la Secretaría de Salud emitió al identificar un incremento atípico de casos. Y en este punto es relevante saber que la confirmación de este trastorno neurológico no es algo exclusivo de Tlaxcala, ya que el Sistema Nacional de Vigilancia Epidemiológica tiene conocimiento de casos en prácticamente todas las entidades federativas, en especial el Estado de México, Jalisco y Sonora, que concentran el mayor número.
Lo que hizo que la entidad tlaxcalteca ganara más menciones en los medios de comunicación nacionales fue la emisión de dicha alerta, acompañada de acciones puntuales para controlar la situación, y la decisión de transparentar los casos registrados.
Hubo un criterio de responsabilidad por parte de las autoridades que, incluso, ha permitido hacer conciencia sobre este padecimiento autoinmune que afecta los nervios periféricos y ocasiona debilidad muscular e incluso parálisis en las personas que lo padecen.
La Organización Mundial de la Salud reconoce que este síndrome es una afección rara, y que no se sabe a ciencia cierta qué la provoca. Sin embargo, las investigaciones sobre esta enfermedad revelan que, en la mayoría de los casos, se manifiesta después de una infección y que los factores de riesgo más habituales se asocian a la presencia de la bacteria Campylobacter jejuni, causante de la gastroenteritis.
Por ese motivo, las autoridades del sector salud han insistido en la importancia de las medidas de higiene y sanidad en el manejo, preparación y consumo de alimentos, principalmente cárnicos, como alternativa primordial de prevención de la enfermedad, porque hay usos y costumbres en estos procedimientos que no se apegan a los parámetros más recomendables de limpieza.
Por ejemplo, lavar el pollo crudo antes de cocinarlo es una mala práctica, con base en estudios de la Agencia de Normas Alimentarias del Reino Unido, ya que la bacteria Campylobacter, que se encuentra presente en la carne cruda, se esparce a través del agua a otros instrumentos de cocina, superficies, o las manos de quien lo manipula, lo que genera un ecosistema de contaminación en torno a la preparación de este alimento.
Hay evidencia científica que indica que es más probable que una persona contraiga el síndrome después de padecer infecciones víricas, o incluso luego de recibir una vacuna o ser sometida a una intervención quirúrgica. Y esa es la razón por la que una de las medidas de control implementadas por el sector salud en Tlaxcala ha sido indagar en los pacientes con síntomas de esta enfermedad antecedentes de infección gastrointestinal o respiratoria, así como de vacunación de influenza y Covid-19, al igual que el eventual consumo de carne de pollo, y su posible sitio de compra o consumo.
Y aunque los síntomas del Síndrome de Guillain-Barré suelen durar pocas semanas, y la mayoría de los pacientes se recuperan, como ha sucedido en Tlaxcala, se ha comprobado también que el padecimiento suele agravarse cuando no se recibe tratamiento adecuado y oportuno. Lamentablemente, las muertes confirmadas sugieren una atención tardía, relacionada con una minimización de los síntomas y la automedicación.
Por todo lo anterior es importante observar, permanentemente, prácticas adecuadas de higiene y sanidad en el manejo de los alimentos, y en la preparación de la comida, así como en la limpieza de las manos y los lugares donde se come. Como bien se dice: “Más vale prevenir que curar”.