PLAZA TLAXCALA


CANDIDATOS: USOS Y ABUSOS DE LA INSEGURIDAD.
Lourdes Romero
Inicio mi comentario de esta semana advirtiendo la importancia y la seriedad con la que candidatos y partidos deberían asumir la seguridad en este proceso electoral.
Como sabemos, las autoridades en el estado avalaron un Protocolo de Actuación para la Protección de Candidatos.
Es decir, en el ánimo de generar las condiciones óptimas para el desarrollo de la contienda electoral, el gobierno estatal y las autoridades electorales establecieron un mecanismo para proteger a los aspirantes a los diferentes cargos en juego en la elección del próximo 02 de junio.
Y en el contexto político de México, no es secreto que la seguridad de los candidatos durante los períodos electorales se ha convertido en un tema de interés y relevancia para los gobiernos.
Bajo este escenario es que la creación de un protocolo de seguridad específico local para los candidatos no solamente resultaba conveniente sino también necesario, para responder, tanto a las expectativas de aquellos que buscan representar a la ciudadanía en distintos niveles de gobierno, como a las de quienes ejercen su soberanía eligiendo a sus representantes.
Sin embargo, en las últimas semanas, hemos notado que varios candidatos utilizan medios de comunicación y redes sociales para denunciar presuntas situaciones que ponen en riesgo su integridad física.
Aprovechan los reflectores para asumirse como víctimas de amenazas y ataques sin que quedan totalmente claras las razones de ello.
En otros momentos, era socorrida la estrategia de los equipos de campaña que, mediante conferencias de prensa, denunciaban situaciones contrarias al juego democrático, con el único objetivo de buscar notoriedad o posicionamiento, porque asumían que los medios lo difundirían.
A todas luces, se trataba de simulaciones, porque ni formalizaban sus denuncias o acusaciones ante las instancias competente, ni lograban probar todo aquello que señalaban.
Ahora, un fenómeno similar ocurre: candidatos que van abajo en posicionamiento y preferencias se muestran como blanco de la inseguridad, sugiriendo que hay quienes les temen en la lucha por un cargo.
Sin embargo, esta clase de estrategias perversas solo empañan el propósito de los esquemas de seguridad para candidatos, y banalizan los procesamientos institucionales diseñados para cuidarlos en tiempos de campaña.
No le hace bien a la democracia jugar con la seguridad. Las cortinas de humo o los ardides políticos tienen un costo grave en el rumbo del proceso electoral, porque, evidentemente, lo aleja de su ideal justo, equitativo y libre de coerción.
Vale la pena reflexionar en esta situación. Si los políticos actúan irresponsablemente ahora que son candidatos, ¿qué podríamos esperar de ellos después?

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