El cometa ATLAS regresa a nuestra Vía Láctea

Redacción

Se sospecha que hace unos 5.000 años un gran cometa pasó a menos de 37 millones de kilómetros del Sol, más cerca que el planeta más cercano al Sol, Mercurio. El cometa pudo ser un espectáculo para las civilizaciones de Eurasia y el norte de África del final de la Edad de Piedra. Sin embargo, este visitante espacial sin nombre no aparece en ninguna crónica histórica conocida.

El descubrimiento de que ese gran cometa pasó tan cerca del Sol hace unos cinco mil años se ha hecho gracias a un análisis del cometa ATLAS (C/2019 Y4), que comenzó a ser observado a principios de 2020.

El cometa ATLAS, detectado por vez primera por la red de observación ATLAS (Asteroid Terrestrial-impact Last Alert System), gestionada por la Universidad de Hawái (Estados Unidos), encontró rápidamente una muerte prematura a mediados de 2020 cuando se desintegró en una cascada de bloques de hielo.

En un nuevo estudio para el que se han utilizado observaciones del telescopio espacial Hubble de la NASA, Quanzhi Ye, de la Universidad de Maryland en College Park (Estados Unidos), ha determinado que el cometa ATLAS es un fragmento de aquel antiguo cometa visitante de hace 5.000 años. Esta conclusión deriva del hecho de que el ATLAS sigue el mismo trazado orbital que un cometa avistado en 1844. Esto significa que los dos cometas son probablemente “hermanos”, o sea trozos desprendidos de un cometa “madre” muchos siglos antes. El vínculo entre los dos cometas fue anunciado por vez primera por Maik Meyer.

Estas “familias” de cometas son comunes. El ejemplo visual más espectacular se produjo en 1994, cuando el cometa Shoemaker-Levy 9 (SL9) cayó a Júpiter fragmentado en una ristra de bloques. La fragmentación se produjo a consecuencia de las tensiones estructurales generadas por la fuerte atracción gravitatoria de Júpiter. Este “tren de cometas” duró poco. Cayó trozo a trozo en Júpiter en julio de 1994.

Sin embargo, hay un misterio adicional sobre el cometa ATLAS, tal y como recalca Ye, que lo observó con el Hubble en el momento de la ruptura. A diferencia de su hipotético cometa progenitor, el ATLAS se desintegró cuando estaba más lejos del Sol que la Tierra, a una distancia de más de 160 millones de kilómetros. Esta distancia era mucho mayor que la que separaba del Sol a su progenitor en su visita de hace cinco mil años.

“Si se rompió a esta distancia del Sol, ¿cómo sobrevivió al último paso cerca del Sol hace 5.000 años? Esta es la gran pregunta”, plantea Ye. “Es muy inusual, no nos lo esperábamos. Es la primera vez que se ve a un miembro del grupo de los cometas de período largo fragmentarse antes de pasar más cerca del Sol”.

Pero además hay otra rareza, descubierta en el nuevo estudio: tras un año de análisis Ye y sus colegas han determinado que un fragmento del ATLAS se deshizo en cuestión de días, mientras que otro trozo duró semanas. “Esto nos indica que una parte del núcleo era más fuerte que la otra”, sentencia Ye.

El “hermano” superviviente del cometa ATLAS no regresará a las inmediaciones del Sol hasta dentro de unos tres mil años.

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