En 1985 y en 2017, la prioridad de los gobiernos ha sido controlar las variables sociales, sobre todo la actividad de la sociedad cívica que salió en masa a remover escombros para buscar sobrevivientes. El temor ha sido que esa acción de protección civil social se transforme en oposición política.
La magnitud de los terremotos –no la sociedad– rebasó la incompetencia del sistema oficial de protección civil. Ahora más, pero también hace treinta y dos años, la sociedad en acción salvadora repudió a los políticos, a los funcionarios y a los rescatistas oficiales.
El problema en casos similares ha sido la reacción del gobierno ante una sociedad fuera de control, activa y organizada. Esto lo analizó el politólogo Manuel Camacho Solís el 3 de octubre de 1985 para explicar las tareas del gobierno; Camacho era entonces subsecretario de Programación Regional con Carlos Salinas de Gortari como secretario de Programación y Presupuesto. La crisis política provocada sobre todo en el DF por los sismos era de sistema político; y el dilema era serio: cómo recuperaría el gobierno su iniciativa; y las opciones: desplazar autoritariamente a la sociedad o cooptarla.
El fantasma del 68 apareció en los escenarios; y apenas en 1980 el grupo De la Madrid-Salinas había iniciado la desestatización de la sociedad con el arranque del modelo neoliberal de desarrollo: recortes sociales, abandono del Estado de bienestar, privatización de la economía pública. Regresar al pasado priísta hubiera liquidado el proyecto de modernización capitalista.
Camacho publicó el 3 de octubre un artículo en la primera plana de Excélsior para explicar la crisis política sísmica y señalar las opciones extremas. Su argumentación fue politológica –con razonamientos gramscianos, para quien se interese–: el gobierno se asumía como Estado y la sociedad civil ahí no es antitética del Estado sino su complemento. Por tanto, el gobierno dejó que la sociedad cívica trabajara en remover escombros y el gobierno como sociedad política lideró la fase de la reconstrucción.
Ante el sismo del 85 Camacho definió lo que Gastón García Cantú criticó como la “teoría del puente”: Camacho eludía el análisis socioeconómico de los afectados –los pobres, como siempre– y se centraba en que el gobierno puenteara entre la sociedad y el Estado, y no que el gobierno reprimiera a la sociedad. García Cantú dijo que “más que un puente de plata es necesaria la revisión de la política económica”.
En 1985 –y en 2017– la crisis política, social y de relaciones de poder fueron parte del escenario de sucesión presidencial. Por eso Camacho fue muy inteligente en eludir la confrontación con la sociedad y dedujo la teoría del puente como una forma de entendimiento entre gobierno y sociedad para desactivar los repudios sociales. La crisis política planteó el dilema: el gobierno debe ser puente o socavón. La clave fue la iniciativa del gobierno en la reconstrucción para evitar la crítica a la política económica neoliberal: sería un Estado populista de emergencia.
Los sismos de 85 y el enfoque politológico de Camacho fueron la explicación de por qué Salinas lo designó jefe del Departamento del DF y no secretario de Gobernación: el PRI no quería perder la capital de la república.
Los dilemas sistémicos de 85 se repiten en 2017. Sólo que el presidente Peña Nieto y el precandidato presidencial ya escogido no tienen un Camacho que racionalice lo escenarios de corto plazo.
Política para dummies: La política es el arte de interpretar la realidad para combatir la realidad.
Sólo para sus ojos:
- Como edificio antiguo en sismo, la política de comunicación social oficial se derrumbó. El mensaje del presidente Peña Nietola noche del martes apenas logró dos notas principales en dos diarios de los 18 importantes y el decreto de Miguel Ángel Mancera sólo fue destacado en uno. Se ha olvidado que la primera víctima que debe rescatarse en siniestros es la comunicación. La comunicación es un factor político y de gobierno.
- Muy agitado y adelantado el tiempo de elección presidencial en los EE.UU. en 2020: Hillary Clintonquiere y el vicepresidente Joe Biden ya trabaja en ello, mientras tanto Donald Trump sigue agitando la política para reforzar votantes.
- El análisis mexicano sobre las elecciones presidenciales 2018 son a veces demasiado cortantes y deterministas; pero habrá que releer el escenario sucesorio priísta de 1985 por los terremotos. La gente no votó por el PRI y lo hizo por el priísta Cuauhtémoc Cárdenas.