M. Hernández
Los antibióticos tienen como objetivo provocar o detener el crecimiento de bacterias patógenas en el cuerpo humano, para ayudar a que el sistema inmune sea capaz de eliminar la totalidad de agentes infecciosos.
Pero el abuso y consumo inapropiado de este antimicrobiano, ha provocado que las bacterias cambien y sean capaces de resistir el tratamiento, por lo que no mueren y continúan creciendo, informó el doctor Edgar Lezama Jiménez, coordinador de Vigilancia Epidemiológica.
Detalló que la prescripción de antibióticos es un proceso complejo donde el médico tiene diferente grado de entrenamiento, tanto en las enfermedades infecciosas como en la función de esas sustancias, dosis requeridas, interacciones, efectos adversos, toxicidad, entre otros.
Sin embargo al usar este tipo de medicamentos para infecciones virales provoca resistencia y el antibiótico pierde su efectividad para matar a la bacteria a pesar de las concentraciones.
“Para evitar riesgos y complicaciones al organismo, es importante no automedicarse, ni atender las recomendaciones de personas que no son personal de salud, además que en particular cada paciente sea revisado y valorado por un médico, para una prescripción correcta, por lo que se debe evitar realizar consultas por teléfono o por mensaje”, reiteró el coordinador.
La resistencia a los antimicrobianos se presenta, cuando pierden la capacidad de eliminar infecciones causadas por bacterias.
Lo que significa que los microbios no se mueren y continúan multiplicándose, ya que generan un mecanismo de defensa y se vuelven resistentes a los medicamentos.
“Los antibióticos se utilizan para tratar las infecciones causadas por bacterias, que son microorganismos unicelulares que pueden provocar enfermedades en el humano y demás seres vivos, haciendo hincapié que los tratamientos deben tomarse de manera completa, es decir, no suspenderlo a consideración propia del paciente, porque ya se siente mejor o por olvido”, enfatizó Lezama Jiménez.
Por lo que al hacer mal uso de éstos se está llegando a generar infecciones intrahospitalarias por bacterias multirresistentes, provocando más tiempo de estancia hospitalaria y cambio de medicamentos, entre otros problemas que dañan o repercuten en la salud del organismo.