GARCÍA LUNA LEVANTA LA MANO

Puede haber muchas explicaciones, incluso una verdadera, pero la reciente divulgación del trabajo de análisis y prospección de Genaro García Luna, el otrora todopoderoso y cuestionado jefe de la Seguridad Pública durante el desastroso sexenio de Felipe Calderón (el adjetivo ya se acomoda crónicamente), parece ser una voz de atención, una especie de “estoy de regreso”, después de largas temporadas de residencia en Estados Unidos.

Y sin ser un “dreamer”.

Sij embargo y con respeto a su autoproclamada declaración de no estar interesado en cargo alguno, ni estar en la desesperada condición de buscar chamba, su tesis central es simple: las actuales condiciones se inseguridad en el país, la acumulación de cadáveres en las sierras y ciudades, la muerte en ronda constante, son el producto de una regresión.

Y esa se expresa –con decenas de datos–, en la mala decisión de extinguir la Secretaría de Seguridad Pública.

García Luna se ve ahora más esbelto y firme. Se le nota la vida cómoda. Se le siente seguro. Ha inventado su propio sistema de medir los asuntos de seguridad e inseguridad y relacionarlos con un conjunto de valores sociales. Le llama el índice GLAC. (García Luna y Asociados).

En el prólogo Tony Payan (sin acento), asociado en los empeños de García Luna, dice:

“La primera conexión tiene que ver con la debilidad y el abandono de las instituciones y la evolución del de-

lito y el crimen organizado. Es innegable que aquí habla la extraordinaria experiencia del autor sobre este importante nexo. No se pueden entender las dimensiones, la naturaleza y el poder de fuego del crimen organizado en México si no se examina el raquitismo de las instituciones del Estado.

“Es la desnutrición institucional del Estado mexicano lo que justamente abre espacios al quebrantamiento de la ley, habilita a los delincuentes con impunidad, crea las condiciones para su crecimiento, y alienta así la evolución del crimen organizado hasta alcanzar la potencia que tiene hoy. Los delincuentes olfatean la debilidad del Estado así como un tiburón percibe un tiño de sangre en el agua.

“Segundo, la relación entre el deterioro de las instituciones y los elementos delictivos no se puede entender sin una referencia teórica a la naturaleza de los mercados ilícitos. Todos los elementos delictivos, como lo sugiere el autor, no operan en el vacío, sino que son actores estratégicos en los grandes mercados de lo ilegal —desde la fayuca hasta el consumo de drogas—.

“Los delincuentes responden a una estructura de incentivos

y desincentivos que el propio Estado coloca en su camino, justo porque no busca o no sabe fortalecer sus

instituciones y termina por tan sólo “administrar” el delito y la violencia.

“Claramente, los delincuentes no son materia inerte. Estos responden, cambian, se adaptan y buscan socavar al propio Estado, corrompiéndolo y debilitándolo, creando así un gran ecosistema en el cual prosperan con facilidad.

“Y es aquí donde entra el uso de la cooptación de las fuerzas policiacas y la corrupción de políticos. Si la clase política no responde de forma activa en favor del rescate del Estado, esta se convierte en parte del ecosistema delictivo que va carcomiendo la seguridad pública y, más tarde, la seguridad del Estado mismo”.

Obviamente son llamativos dos trozos de este texto. Uno, el de los tiburones cuyo instinto los hace atacar cuando hay sangre. El otro, la autogenerada debilidad del Estado al pactar (y perdonar) a los delincuentes.

García Luna rechaza la policía de negociación permanente, de subsidio a la delincuencia mediante el arreglo y la complicidad o el reparto de territorios.

–Ese es el método Durazo y yo no lo acepto. Es generador de mercados ilícitos, entre otras cosas.

Y en cuanto al perdón, como lo ha anunciado Andrés Manuel López (variable evangélica del método”Negro”); borrar la cuenta para hacer una nueva, no elimina ni la violencia de quienes no se benefician del arreglo en esos momentos, ni mucho menos la extinción del mercado ilícito.

Y mientras haya demanda habrá oferta y la oferta sobre estimula la demanda y la amplía. Es un fenómeno económico.

El libro analiza un modelo matemático. Una tendencia o las dos: la disminución del delito y el fortalecimiento del Estado y la inversa, cuando se incurre en la debilidad y el retroceso.

Hay una advertencia final: si no se atiende la vigencia del estado de Derecho, la violencia, temporalmente abatida, regresará con más fuerza y dimensión de cuando estaba al iniciarse el proceso de combate. Se deben atender las causas sociales, pero también los factores de mal funcionamiento constitucional. Ambos son correspondientes.

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