EL CRISTALAZO

POR RAFAEL CARDONA

Los obispos mexicanos nos dirigimos (CEM) como pastores de la comunidad católica, al Pueblo de México con profunda preocupación por la creciente violencia que sufre nuestro querido País y con una gran tristeza por la pérdida de miles de vidas inocentes que llenan de luto a familias enteras.

“El crimen se ha extendido por todas partes trastocando la vida cotidiana de toda la sociedad, afectando las actividades productivas en las ciudades y en el campo, ejerciendo presión con extorsiones hacia quienes trabajan honestamente en los mercados, en las escuelas, en las pequeñas, medianas y grandes empresas; se han adueñado de las calles, de las colonias y de pueblos enteros, además de caminos, carreteras y autopistas y, lo más grave, han llegado a manifestarse con niveles de crueldad inhumana en ejecuciones y masacres que han hecho de nuestro país uno de los lugares más inseguros y violentos del mundo…

“…Los datos oficiales nos hablan de casi 122 mil asesinatos a manos de los criminales durante los tres años y medio.

“¡Cuántos asesinatos en México! ha expresado con dolor el Papa Francisco en la Audiencia General del 22 de junio de este año.

“¡Cuánta maldad y desorden social! expresamos nosotros como obispos mexicanos”.

¿Esto significa estar apergollados por la oligarquía?

En las palabras presidenciales se advierte la truculencia: poner como ejemplo al Papa, como si hubiera una diferencia conceptual y conductual entre Roma y el episcopado.

“…no siguen –dice AM– el ejemplo del Papa Francisco”.

¿Cuál ejemplo deben seguir los jesuitas de ese jesuita? Ni él sabe.

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