El papel de los fluidos moleculares más antiguos del sistema solar en el surgimiento de la vida

Redacción

Una investigación reciente indica que los fluidos moleculares más antiguos del sistema solar quizá contribuyeron a una formación y evolución rápidas de los bloques de construcción de la vida.

El equipo internacional integrado, entre otros, por Lee White, del Real Museo de Ontario, y Beth Lymer, de la Universidad de York, ambas instituciones en Canadá, utilizó técnicas de vanguardia para cartografiar la distribución de átomos individuales en minerales formados en fluidos en un asteroide hace más de 4.500 millones de años.

Estudiando el meteorito del lago Tagish, conservado en el Real Museo de Ontario, los científicos utilizaron una técnica capaz de obtener imágenes de átomos en 3D, para examinar las moléculas a lo largo de los límites y poros entre los granos de magnetita que probablemente se formaron en la corteza del asteroide.

“Sabemos que el agua era abundante en el sistema solar temprano”, explica White, “pero hay muy pocas pruebas directas de la química o la acidez de estos líquidos, a pesar de que debieron ser fundamentales para la formación y evolución tempranas de los aminoácidos y, finalmente, para la vida microbiana”.

Esta nueva investigación a escala atómica proporciona la primera evidencia de los fluidos ricos en sodio (y alcalinos) en los que se formaron los framboides en la magnetita. Los framboides son estructuras minerales microscópicas con forma esférica.

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La estructura esférica entrelazada es indicativa de la formación en el agua, permitiendo a los científicos averiguar la química de los restos de solución entre granos. (Imagen: Chi Ma)

Estas condiciones de los fluidos favorecen la síntesis de aminoácidos, y todo apunta a que en época tan lejana como hace 4.500 millones de años ya abrieron la puerta hacia la formación de vida microbiana.

La condrita carbonácea del Lago Tagish fue encontrada en una capa de hielo en el lago Tagish de la Columbia Británica (Canadá) en el año 2000, y posteriormente fue adquirida por el Real Museo de Ontario, donde ahora se la considera uno de los objetos más carismáticos del museo.

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